Fuga de amor.

Se sentó en la mesa del café Damián, sintió el aroma, tomó un sorbo y dijo:

Qué rara sensación que experimento
cuando digo amar como un mandato,
como un sello que se estampa,
como un miedo recurrente...
Cuántas cosas se mi imponen,
mi nombre, tu voz,
el silencio que me aturde,
un baúl con tus recuerdos,
mis ojos, tus labios bostezando tanto humo,
la matriz de algún intento.
Es rara la reflexión
cuando no se sabe bien sobre qué reflexionar,
cuando el hecho de pensar
camina por un calvario,
cuando mi santo sudario ha dejado de ser santo.
Qué rareza hay mi pecho
que elije la soledad ha tener que compartirla,
que prefiere saborear a construir,
que ya no busca el consuelo, ni las piernas de los otros,
ni los amores rotos del pasado cuando gime.
Cuántas cosas se imponen,
tu risa que no pido,
la bruma de mis palabras, lo borroso de tu cuerpo,
la novedad de otra muerte
junto a un nuevo nacimiento.
Resulta raro el perdón
cuando no lo estoy buscando,
cuando mirarte es movimiento en quietud,
cuando grito sin un ruido que me calme,
cuando ahogo las ideas por quemarme tanto encierro.
Si el engaño es amoldarte
todo sufrimiento esconde alguna revelación;
y el corazón, que algún día se nos cansa,
no sabe lo que siente porque miente
y ya mintió.
Es terrible la traición
a los propios sentimientos.
Cuántas cosas se me imponen,
tu lágrima cuando no entiende,
mi prótesis del alma,
tu abuso en toda circunstancia,
mi fuga de amor.

Damián

1 comentario:

  1. Anónimo8:09

    Solo puedo decir intenso!!! me toco en el fondo del alma, siento una vida de plastico que ya no sporto mas.

    ResponderEliminar