Al volante, sin saber manejar.

 Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Me sentía como si hubiera estado durmiendo una década. Estado que el chirrido del celular contra el mueble, con ese bendito vibrador, no ayudaban, en nada, a socavar.
Puse un pie, no recuerdo cual, ha de haber sido el izquierdo, seguro. ¿Dónde lo puse? ¡Aaa sí! ¿Donde más?  En la alfombra. Que sin haber abierto completamente los ojos, pesaba sobre mí el tenerla que limpiar.
¿Alguien podría explicarme por qué alfombre la habitación? Mejor aún, ¿alguien la podría limpiar?. ¿No? Bueno, es un trabajo al que ya me acostumbre. Porque uno se acostumbra a todo. Sí contara las cosas que hice, y no sé como llegué ahí, pero las hice una vez y después otra más. Y al final, las seguí haciendo … porque era lo que hacía.
¡Uuuy no me sale una palabra hoy!. No me puedo despertar.
¿Las llaves del auto donde están? Sobre la mesa, en la cocina. ¡Ya está el café me gritaban! ¿Quién? si no había nadie. ¡¡Aaa!! ... el microondas.

Me senté frente al volante, no importaba si estaba lista para conducir, había que sentarse. Todos lo hacen. Es así. Tenes las llaves, el trabajo, tenes el auto … es dos más dos. Ay no me bañé, que tonta. Aa no sí, sí me bañe, si tengo el pelo mojado.

El día se pasó volando, pero me costó arrancar. Siempre me cuesta, no sé por qué.
En el after me desplomé sobre la barra, decir que estaba el pendex, ufff que calor. Esas pestañas, esa boca, esos brazos … ¡mamita! Encima se comenta que le gustan las maduras, pero no sé. Aunque si se da, se da.  Ooo la que me faltaba, estaba él, el baboso de siempre mirándome desde la punta. Es atormentador, siempre alguna excusa para hablarme. Un pesado. Realmente.
No me sacaba la vista de encima, todavía no sé que fuerza depravada me acerco esa vez a él. Quizá el vino. ¿Tomé esa noche? Ay no sé, no me acuerdo.

Le hice una mirada, de esas que dicen más que mil palabras … bueno se ve que no escucha bien.

Seguí en la mía, mirada va, mirada viene, mucho alcohol, el pendex … un divino.

Fui al baño, muy dulce el bombon, pero no sé cuantos metros cuadrados había tomado de vino. Estaba rico igual.

Aaay ¿y mi bombón?, se iba con un gato barato, y viejo. Se mantenía, pero era una carcacha que se destartalaba en cualquier momento. A la mañana no la quisiera ni ver.
¡Sii, estaba eliminando algunas toxinas del cuerpo!.

Volví a mi lugar, el tiempo pasó volando, otra vez, y en la barra un hombre me miraba fijo, delicadamente.

Ya se escuchaba al sol saludar, así que lo miré … y, ahora, sonreí.

En verdad, no sé por qué me cuesta tanto despertar en la mañana. Voy a cambiar el despertador.


Lola Sabin.

Hijos.

Se sentó en la mesa del café DCF, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

 Los vemos nacer
y con esfuerzo los hacemos crecer.
Luego se van, se juntan con otros
y se reproducen con ellos
dándonos así: la mayor alegría
que un escritor pueda tener.

DCF.

Arco iris (O Tus ojos).

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Acaso los nocturnos caminos 
ilimitados (Que jamás osé 
circular), me tenían vedada alguna 
oportunidad no muy lejana.

Con cansancios determinados, con 

insomnios (No sé si justificados),
que perpetraban mi acidez.

Mi lengua estaba aguzada.
La misma interrumpía en el juego
que lograste perder por tu impaciencia.

Tus ojos mostraban avatares. La 

sonrisa enemiga pudo hacer más 
filosa mi espada.

Tus evocaciones intimidaban hasta 

al más cauto en la noche.

Mi ulterior oxímoron:
Tu péndulo silencioso y obscuro ha 

hecho caducar mi psicología.

Tus ojos formaban un arco iris,
clandestino por aquellas nubes 

exóticas. Conté solo unos cuantos 
colores, suficientes para la algarabía. *

(Puedo evocar una hermosa continuidad de palabras.
V. gr.: “Una ventana donde asoma tu rostro…”.
Resulta inviable e irrelevante para este caso.)


La incertidumbre no acapara mi 

mente. Tal vez mi tiempo no es el 
adecuado, tal vez todo debiera ser 
quietud.

La vorágine ha hecho todo mejor.
Me espera porfiar por cambiar las 

cosas de otra manera.

Tengo pocas cartas en la mano,
muchas impunidades que me 

motejan de incapaz, y de 
tantos adjetivos poéticos y denigrantes. 


* Puedo evocar una hermosa continuidad de palabras.
V. gr.: “Una ventana donde asoma tu rostro…”. Resulta inviable e irrelevante para este caso.

Horacio Oliveira.

Cobarde.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Lágrimas rojas, escupe tu alma.
Ríos embriagados de uvas pisadas;
molidas por pies, salen de tus ojos
y vos, embebido en tu ceguera,
por opción, ni las ves.

Tus ropas, en su hartazgo, habrán perdido
el sórdido olor amargo que carga tu piel.
Las siempre ojeras se esconderán tras tus ojos
suplicando dormir, habrían dado su negrura
por solo dos minutos, sin tener que obligarte a recordar.
(inútilmente)

Son los restos. Un cadáver que se vistió
para la ocasión, y se puso en pie ansioso por rodar.
Preso del espejo quedo el ángel, del que
perdidamente, me enamoré.
En el espejo quedo la proyección, el esplendor
del que una vez viste. Y no te animaste a ser.

Felicitaciones, exitosos empresario.
Líder, revolucionario,
tantos papeles que recubren
lo que con diarios, noticias de ayer y hoy,
tapaste ... el cadáver del hombre. (vos)

Amo tus ojeras porque yo sé, son el reflejo
del que mataste. Vive en el negro, debajo de los ojos,
buscando un claro de luz para resurgir,
gritándole al cadáver, a viva voz, que aun quiere ser.
Te mataste por miedo a nacer. Cobarde.



Lola Sabin.

Generaciones condenadas.

Se sentó en la mesa del café Bruno, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Generaciones ofuscadas
se oyen gritos de rebelión
de unos pocos, solo aquellos
que tuvieron educación.

Generaciones ofuscadas
se oyen gritos de desesperación
de unos cuantos, todos ellos
a quienes la herramienta para luchar
se les negó.

Para luchar sin armas,
en una guerra de poderes,
quienes no se educan
son rehenes.

Rehenes de un fusil y un cañón.
Rehenes de una droga o el alcohol,
una imágen y una pilcha john le cok.

No son dueños de su libertad,
quienes fueron ultrajados
creciendo solo con una cara
de esta sádica sociedad.


Bruno.

Ella.

Se sentó en la mesa del café Paxcu, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Solamente me quedo para mirar unas cuantas veces la misma escena, pero algo en mi quiere irse, estar lejos de este lugar. Sin embargo, me quedo inmóvil contemplando, solamente viendo. Pareciera ser como si mis ojos fueran los únicos capaces de gozar con este espectáculo, pero no, me equivoco. Mis oídos, también, se deleitan con la suave música que comienza a sonar, ritmos lentos y muy agradables, tan placenteros que me convencen de permanecer allí.
Los deseos de abandonar el lugar desaparecen por completo el mismo instante en el que entra en la sala una dama de refinado aspecto y mucho brillo. Una misteriosa y atractiva mujer a la que captan al vuelo mis sentidos. Su camino se acerca a mí, y cuando la tengo cerca, agacho la vista. Pero sigue allí, su intenso perfume, de toques dulces y encantadores, queda registrado en mi memoria.
Busco un nuevo lugar para prepararme mejor para el momento en que me toque participar, pero el temor, lógico, de una experiencia poco exitosa aparece. A pesar de todo, y con mucha convicción, arremeto contra esa “mariposa”. Con un saludo, un tanto amable y otro poco tímido hago mi entrada. Su respuesta, para mi sorpresa y alegría, es casi similar, lejos de ser a lo que no quiero. Su mirada es más cautivante cuando son un par de metros los que nos separan. Escucharla hablar, y contarme sus historias me genera un placer inexplicable. El miedo al fracaso abandona la sala por la misma puerta por la que ella hizo su ingreso.
El tiempo sigue su marcha, los minutos vuelan y aquel enorme sitio pareciera ser la excusa perfecta para nuestro encuentro, la mejor razón para seguir creyendo. Somos ella y yo, nadie más entre nosotros.
Una noche que comenzó dudosa y con pocas expectativas se convierte en el tiempo y espacios justos para los sueños. Una noche de casualidades, y un “Negro” que nos acerca. Una excelente coartada para este encuentro sin igual.



Paxcu.

Al desierto.

 Se sentó en la mesa del café Cecilio Pastrami, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Levantó los ojos al cielo, ya clareaba. La noche atroz terminaba, el día infernal acechaba.

No hay descanso en el desierto. Una brisa, la última de la noche, lo atravesó, causándole un escalofrío de placer.
El amanecer era la mejor hora para caminar. A pesar de la media noche caminada. A pesar del desierto. Y de la arena.


Hay una relación íntima y ancestral entre la arena y el tiempo. No hace falta sino hundir un pie en la arena caliente para saberlo. A veces pienso que el tiempo está hecho de arena. O viceversa. Y nosotros en el medio, seres de arena y tiempo. Perdidos en el inmenso desierto que es nuestra vida.
Por eso el mar, por eso.
Nos fascina y nos aterra.


A media mañana sintió que algo tapaba el siempre-sol-sobre-su-ser.
Levantó la cabeza.
Nada. Con cada paso avanzaba un paso. Y retrocedía miles de eras de la tierra.


¿Será posible que ni siquiera me mueva? Llevo caminando horas, días, eones.
Ni siquiera me muevo.
Así fue mi vida. Siempre hacia delante.
Avanzando.
Evolucionando.
O retrocediendo.
Hundiéndome.
Creyendo que me muevo. Que en verdad existe el movimiento hacia algún lado. Creyendo que mi vida es un desierto cuando es un grano de arena.


A media mañana bebió el último sorbo de agua.
La sintió.
Helada (aunque no lo estuviera) bajando por su garganta. Por su pecho seco. Por su corazón ya muerto. Y en su estómago vacío.


No pasó mucho hasta que cayó la primera.
Fresca y potente.
Inconfundible: Una gota helada sobre su frente.
Levantó la cabeza por enésima vez. Pero sólo vió el cielo brillante y el sol celeste.
Ni una sola nube.


Esperamos la lluvia. El hombre vive esperando la lluvia. Pero no el hombre presa de vicios, responsabilidades y derechos.  
El espíritu del hombre, el alma del hombre ama la lluvia. En un día de lluvia el alma triunfa. Esperamos la lluvia como un milagro posible. Amamos la lluvia porque es agua. Y sin saberlo la amamos. Creemos que el agua nos salvara.  
Tan parte de nuestra esencia…


Pronto lloverá. Mejor me apuro si no me quiero mojar.


No es bueno caminar en el desierto si no es con convicción. Él camina sin rumbo ya.
Ya no había agua en la cantimplora y pronto llovería. El cielo cada vez estaba más claro. Más celeste e impoluto.
Se apuraba sin saber bien por qué.


Llegar antes de que se largue con todo.


Otra gota cayó sobre su hombro. Luego otra, que se deslizó por su mejilla. Otra en el revés de su mano. Y otra. Y otra y otra.
Levantó sus ojos una última vez.
Arriba, el sol le sonreía. Entonces si se largó con todo.
Y comenzó a llover.

Cecilio Pastrami.

Himno a tus ojos (No poético).

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Las enumeraciones (Un sinnúmero) 
no prosperan en mi mente para 
poder emitir versos acordes.


No podría imaginar un escueto cuento. 
Sería caer en banalidad. Ni los estribillos, 
ni los estruendos me sugieren una buena idea.


Un elixir, podría servir de aval 
para perpetrar una sentencia, 
acaso poética, vislumbrando un futuro deseado.


Me acobarda la sinceridad, 
me impregna de incertidumbre bosquejar 
o disertar acerca de ellos.


Una aproximación:
“Como el sol que brilla en la mañana,
Tus ojos acaparan mi atención.
El cielo de estrellas se empaña,
Pero tus ojos me hacen perder la razón.


La noche hace de ti un bello ser,
Tus manos marcan el camino,
Temo de vista tus ojos perder,
Y no saber, acaso mi destino” *


Es más factible saber el destino de uno mismo 
a intentar darle un gramo de atención a este ensayo.


Intento más descifrar una luz borrosa, 
al hecho de concluir esta falta de idoneidad.


Hilvanar rimas, adjetivos calificativos, 
medidas poéticas 
(De las más simple hasta la alejandrina) 
representan el sacrilegio al que me he sometido.


El café está vacío, los bocanadas 
ya cumplieron su cometido en mi ser.


Mi voluntad se está debelando al sueño.
El frío acaricia suavemente mi rostro.


En la noche las razones, acaso dos, iluminaron el entorno.

* Al término, pude embellecerte con simplicidad, sabiendo que volvería a ver tus ojos.
La tormenta solo se anotició por su normalidad. Sus aguas dejaron demasiado margen de análisis y no provocaron temor.




Horacio Oliveira.

Hay una sombra en mi habitación.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Hay una sombra en mi habitación. Sigilosa, presumida. Forma sin forma avanza penetrando en la inmensidad de la oscuridad de mi cuarto.
No quiero hacer ruido pero mi corazón golpea estrepitosamente contra el pecho, mientras en la desesperación intento respirar en un segundo todo el aire que cabe en el lugar. Más esta electricidad que recorre mi cuerpo haciéndose cómplice de mi parálisis. Tengo mucho miedo. No sé qué hacer.

Mis oídos, que han sido toda su vida unos perfectos perezosos, se mimetizan con el cuadro que muestra el lente de los ojos que ven. Se vuelven agudos, filosos y registran cada evento. Haciéndose vigías del lugar.

La siento cerca. Mi espacio ya no es solo mío, está invadido. Me ha sido arrebatado por alguien que su cara no me atrevo a ver en las penumbras de la noche.

Mis fieles centinelas advierten una voz que dice:
- No tengas miedo, no vine a lastimarte.

Una leve ráfaga de tranquilidad me visito, pero no quiso quedarse, se ve que tenía cosas más importantes que hacer. Ayudando a espantarla, la voz nuevamente cobrando aún más fuerza retomó:
- Hace tiempo que te sigo, mas tu no me quieres ver. Me injurias, me desprecias, me has colmado de odio y calumnias. Si quiera ahora que estoy frente a ti, una vez más, te dignas a mirar.

Estaba caminando al borde de un acantilado, no sabía si tirarme al vacío y gritar con todas mis fuerzas, a nadie, porque la casona estaba a mi entera disposición o entregarme al destino, sin ofrecer resistencia.
Pero ninguna pude mantener, como buena bocona que soy, en un grito mal humorado y de terror susurré:
- ¿Quién sos?. ¿Qué pretendes de mí?. ¿Qué es lo que te he hecho para que me hagas esto?. Por favor ... y las lágrimas brotaron de mis parpados como ríos buscando fluir.

La sombra pareció llenarse de furia, dio un paso hacia atrás y encolerizada comenzó a repetir una y otra vez mis preguntas. Su tono claramente resurgía, saltando entre irónico y burlón, pero lleno de enfado ...

- ¿¡Que quién soy?! aa bue, pero que ¡¿quién soy?!. ¡Increíble!. Lo único que me faltaba, yo no pretendo ¡nada! (bajando la voz .. sumergida en angustia prosiguió) de vos ...
Ya no se que hacer. Te sigo, intento que me veas ... que no me olvides, que recuerdes quien soy.
Para que así dejes de reprocharme, de señalarme con asco, de machacarme todo aquello de lo que no soy responsable ... Pero nada sirve. Siempre se trata de vos, siempre se trata de esquivar lo que te hace sufrir, de ser feliz.
Siempre se trata de vos, y nunca de mí. Me convertiste en la culpable de todas tus faltas, en la causante de todos tus problemas, me alejaste, me vestiste con ropas que no eran mías .. ¿Para qué? .. ¿Para perderme? ¿Para que al verme no me reconozcas y la culpa no te azote? ... Al perderme te perdiste.
Al perderte me perdí. Pero eso ya no importa, acá los importantes no somos ni vos, ni yo ... hay alguien que ni siquiera nació, que es inocente que solo quiere vivir.
Yo ya he vivido lo que tenia que vivir, vos ... a tu forma también, pero por ese alguien te pido que me mires, que me veas, me reconozcas y me abraces ...
Porque ese alguien de mañana, va a penar o a desplegar la gracia, o las dos, dependiendo de lo que seamos, vos y yo.

Llorando en las tinieblas, encendí la luz y la sombra dejo de ser una sombra.
No fue fácil volver a verla, menos aceptarla. Pero esta noche oscura, sin penumbras, ya no me persigue.

Lola Sabin.

Volverte a ver.

Se sentó en la mesa del café Paxcu, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Con los dientes apretados de bronca escribo líneas de poca forma y versos que nada de sentido tienen. Con el corazón en la mano pongo de reflejo la locura de este momento. Donde nadie entiende y nadie me encuentra. En la soledad de este lugar estamos solos, solo mi consciencia y yo. Nadie más. Nadie menos.


Como si nadie se diera cuenta que existo todos pasan a mi alrededor y con sus miradas nos alejan. Con su desprecio hacen que las distancias sean cada vez mayores. Me acurruco entre mis piernas, como queriendo soltar una lagrima para aflojar la presión en mi pecho pero no sale, hasta ellas parecen habernos abandonado. Enlazo mis brazos alrededor de mis rodillas como buscando protección, un cuidado que nos mantenga remotos de los males, de los dolores.


Por unos instantes pareciera ser efectivo, todo mi mundo termina en mis extremos. Bajo mi cabeza hasta parecer una pequeña bola, o quizás para achicarme e intentar desaparecer de ese lugar. Todo continua de mil maravillas, me siento casi invisible, casi imperceptible, y hasta, imbatible, pero como nada es eterno vuelvo a caer en la realidad.


El frío en la piel me recuerda donde estoy, me mantiene aquí, donde no quiero estar. Y como si fuera un milagro aparece él, sacudiendo la cola de un lado a otro, con la energía que a mí pareciera faltarme. Corriendo, como queriendo apurar el tiempo llega hasta mi, llega a mi abrazo. Su desespero y alegría son gigantes, tanto o mas que las mías de volverlo a ver. Demasiado bruto, con mucha impaciencia, salta y me lame, me besa, me devuelve la sonrisa, me devuelve la vida. Sus cuatro patas me salvan, me rescatan, y siempre me devuelven la curva más hermosa de la vida.


Paxcu.

Yemina.

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Resido en donde los castillos se desmoronan,
donde los pensamientos se funden entre polvo, futuro y el debelo.

Acaso me interrogué por tu ausencia y no por tu partida,
jugando un tanto al guerrero sin guerra,
batallas, retos y ni siquiera enemigo.

Los ocasos no adelantan ningún augurio diario hacia mí.
Aquel imponente informante me ha recomendado un toque de poesía,
pues aquí estoy pecando.

Te intitulo como el reverso de la normalidad
con una delicadeza principesca,
pero en tus manos está más que clara
la disolución de esta intriga.

Se paga con el mismo precio o los mismos artilugios en vano,
no hay nada en lo que se pueda valer este desperdicio de cumplidos.

En esta vorágine inconducente de mi tranquilidad,
sospeché lo más obvio a cualquier audaz mirada.

Derroché infinidades de expectativas en tu nombre.
Prediqué un estilo de vida quizás más apto para mí.

Una locura preciosa (Un eufemismo) ha atravesado
inocentemente últimas etapas de mi supervivencia.
No creo demasiado en aquéllas por una simple
estructura de relaciones incorruptible.

Hoy los cimientos arenosos en donde me cobijo
tienen otra manera de contención
ante las tormentas que arrasan todo a su pasar.

Tu nombre ha plasmado toda expresión de sorpresa,
toda ejecución de incertidumbres hacia mí,
todo ejercicio de nostalgias emergentes,
de extrañezas, de soslayos, de pasiones inefables.
Aun así, representas un pseudónimo.

El juego, del cual comencé perdiendo, jamás tuvo su final.

Todo se remite ante ese idioma que me deja perplejo.

Sus sonidos erigen todos mis impulsos.
Todo en derredor es apócrifo,
un anaquel de conocimientos a los cuales jamás tendré acceso,
a un conjunto de historias que jamás se contarán
y que su propio cuerpo simboliza
la incertidumbre misma.

Y empecé a saber ese destino que te ultraja, solo por esos días.
Y quise intermediarios porque temo una afrenta silenciosa,
y, sin saberlo, presentí metafóricamente tus húmedos cristales
que dejan perplejo a quien los contempla.

Ya en mi interior no aflorabas.



Horacio Oliveira.

Cruces.

Se sentó en la mesa del café Santiago, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Buen día! Me dijo.

Y siguió con su sonrisa caminando hasta el fin, la ví alejarse, y despedía sueños en forma de pasos dados.
Deseo por Dios, si es que éste existe, cruzarla cuando ya no queden más miedos en mi estantería del sótano, cuando pueda decirle todo lo que siento sin temer rechazo alguno, rechazo que ella nunca demostrará por no contar con tal terrible palabra en su vocabulario.

Después de unos metros, todavía con los ojos sorprendidos, y más que sorprendidos, encandilados, junté fuerzas desde las baldosas que pisaba hasta el cielo que miraba, y todo caprichosamente orquestado por los latidos del corazón que me rebotaban en la garganta y le grité, aún mirando su espalda, y todavía con su sonrisa gravada en mis pupilas:

Más que buen día, el mejor de todos!

Y como si fuera el mejor regalo que nadie nunca me dió, ella giró medio cuerpo, y sin dejar de caminar, mirándome fijo, volvió a sonreír.


Santiago.

Un lomito y un amor.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Café Leceriess, hermosa esquina. Su mayor estrategia para atraer clientes es tener siempre una ventanita abierta por donde el aroma pueda colarse para divertirse con nosotros, la gente común que pasa todos los días por la vereda, intentando pensar en algo más. Nos conquista enredándonos en un jueguito algo histérico, muestra el potencial ... pero con los pasos se diluye (algo así como algunas relaciones).

Salí del trabajo, robando unos minutos más de los 2 que tenía para almorzar, como soy joven y son mis primeros pasos en algo en lo que una vez que termine mi carrera no voy a trabajar, soy desechable o no soy una inversión ... no se como se dice, como lo llamarán los nuevos estudiosos de "Bistness & Young" tampoco sé si existe algo así, pero se sobre entiende la idea.

Me considero una persona práctica (derivación de: inútil en la cocina, holgazana) por lo que prefiero comprar un rico sándwich, rápido, no tan caro ... La rutina me aburre, pero no las obligaciones, porque no son (desde cierto punto de vista) una opción, sino de todas aquellas cosas simples que puedo disfrutar si las hago variar, como cambiar los lugares por donde camino, los transportes públicos que uso ... no sé cosas pavas que no me hacen más feliz pero si me hacen sentir un tanto aventurera, no tan chata e insulsa.

Ventana.

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

La puerta cerrada, una incomodidad que afecta
a todo el cuerpo inmóvil a través de la noche.


Atravesando ese período (¿O parámetro?)
para llevar esta inminente parodia de la
tranquilidad a recorrer estas húmedas calles.


El maldito fuego se anotició de la manera más atroz
y la compleja comprensión no ha dado un minuto de reflexión.


Provoqué tu admiración al encomendarte mi respuesta.


Evoco una estructura incorruptible nuevamente.
No es propio de este momento,
porque éste debe construir su propio cimiento,
su sinfonía para el que la vive,
para el que se arroga un interés
por un escueto manuscrito infame.


Infame la consecuencia,
efectos más que deseados,
un lugar muy luminoso para estos
quehaceres que obliga a un paraíso.


Y sin embargo,
tu desconocimiento no hace más fructífero mi error,
solo lo provoca hasta el infinito
(¿Será hora de tomar malas decisiones?).


No creo que estos sonidos
que invaden mis oídos provoquen un mejor estadio.
Las constantes alarmas invocan un malestar
y un desentendimiento.


Y esporádicamente huyo
de donde las ventanas apenas
abren sus alas por la mitad,
donde sus fuerzas están atadas por una liga arbitraria,
donde abundan una sucesión de ritmos,
donde vasos fríos aclaman un dulce beso
y las más bellas interpretaciones de la mente,
aquél que exige una mejor respuesta a tus incógnitas nocturnas,
donde el ejercer el criterio
(Un difunto ha perpetrado tal maravilla jamás leída, jamás hurtada)
es parte no obligatoria.


Tu nombre ha sido intitulado en silencio ante una multitud.


Horacio Oliveira.

El sueño de Omar Tyr y su narrador omnisciente .

Se sentó en la mesa del café Junnecus, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

La luz estaba encendida cuando se durmió del todo. A su lado las colillas de cigarrillo formaban un diminuto bosque de conitos que rodeaban el cenicero rebosante. Solían ser depositadas verticalmente con mano experta desde la cama por Omar que a pesar de todo se afanaba por mantener su mesita de luz a salvo de manchas y quemaduras de cigarrillo…


-¿Quién habla?


El reloj digital marcaba la una y tres de la mañana cuando Omar despertó sobresaltado. Creyó haber escuchado algo... Una voz… Estaba seguro de haber oído a alguien que hablaba desde algún sitio… Probablemente producto de su imaginación... Un mal sueño solamente.


-No tengo ningún mal sueño. En realidad todavía no me había dormido. Lo escuché claramente señor... Así que salga…. Muéstrese. No se haga el gracioso. Quien quiera que sea. Está invadiendo propiedad privada. ¿Qué se cree? Se muy bien que la voz que escuché no fue ningún producto de mi imaginación. Estoy seguro de haber escuchado su tonta y estúpida voz de caño podrido perfectamente desde algún lado. No me asusta… ¿Quién es el pelotudo que se atreve en mi casa a estas horas? ¿Se cree gracioso? Salga ahora mismo de donde sea que se esté escondiendo… Sepa que tengo un arma y que no tengo miedo de usarla. No me da miedo con esa voz profunda y con las estupideces que dice…Sostengo un arma en estos momentos…

Eclipsado.

Se sentó en la mesa del café Bruno, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Un eclipse de luna
se a parado en mi puerta,
una llama encendida
cada día me atormenta.
Un amor sin espinas,
eso me entregas.

Por qué no puedo decirte
que aun ellas
a mis ojos son perfectas.

Eclipsado por tu voz
resonante en mi cabeza,
por tus ojos, tus miradas.
Sos tan bella.

Eclipsado por tus mil y una facetas
cambiante, pero siempre sincera.
Eclipsado por tu boca, me hipnotiza, me provoca.

Eclipsado por lo que soy junto a ti.
Eclipsado, siempre eclipsado quiero vivir.

Bruno.

Sé que existes.

Se sentó en la mesa del café J.R., sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Tu voz es un misterio para mi
Tu cuerpo se encuentra ausente
Tu figura quisiera descubrir
Porque sé que existes...

Muchas veces imagino
Como seria todo si estuvieses aquí
Y solo me bastan palabras de ti
Porque sé que existes...

Aun no recuerdo como fue el día
En que nuestros caminos se cruzaron
Mas no importa la circunstancia
Porque sé que existes...

En mis tiempos de soledad
En mis tiempos de alegría
Al viento le susurro tu nombre
Porque sé que existes...

Aunque a mi lado nunca te tenga
Y tus caricias no pueda sentir
Tu serás la que me contenga
Cuando de bronca, empiece a maldecir
Porque sé que existes...

Pero mentirte no puedo
Yo también estoy alejado
Y en mis noches de desvelo
Lloro tu nombre, enajenado
Porque sé que existes...

Un beso de tu boca
Por momentos fue mi anhelo
Tenia el alma rota
Y en mente? Tu consuelo
Porque sé que existes...

El tiempo sigue su rumbo
Y aun no logro encontrarte
Aunque al ver tu imagen, fecunda
Es suficiente para amarte
Porque sé que existes...

J.R.

Eres el show.

Se sentó en la mesa del café Pepe Pipón, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Me habré equivocado en aquella pregunta, acaso no fui sutil. ¿Cómo hago ahora para seguir en el camino de tu amor?
No hables de mas, basta de mas. Y más y loco loco, enfermo y tus ojos y pintados tuS ojos estaban pintados. Dirás que si? dirás que no? ¿Un no? no lo aceptare! o lo aceptare ,y me moriré…creo.
El problema es que no soy lo correcto, soy lo tocado, lo ya pecado, lo idiota, lo enfermizo, lo peor. Si te alejas te tengo que entender. Pero una aunque sea una pista de que me amas, una pizca de cariño, no te pido compasión te pido amor, te pido, te pido y me despides. Eres la princesa ajedrez, vives en este juego de estrategias y puedes moverte de cualquier forma, menos de la forma que yo quiero, hacia mi.

Pero el día que nuestras bocas se junten el cielo y las estrellas, como volando sobre polvo que relampaguea, creeré estar. Oliendo tu cuerpo, sintiendo tu pelo suave sobre mis mejillas. Esa cola, esas manos, esa cara, ese cuello. Eres toda una toda perfecta y perfeccionista, macabra y tramposa, pero hermosa.
Me encantaría subir y volando girar en colores, en estela de colores y en el aire, en la nada, donde nadie nos vea donde ni la sombra, ni la luz, ni la luna, solo el cosmos, solo el cosmos y giremos y riamos. Abrázate a mí como a un muñeco y no te sueltes más, hasta que sientas que no te correspondo.
Baila, baila princesita y gira como un trompito de zorra. Esa mano y la otra toquen al compás de los Beatles, solo eso baila reina setentona, pero nunca olvides de mirarme y sonreír. Bailemos en el salón en coreografía payasesca en show de marionetas de cristal, no, no te rompas mi showoman, me quedare solo.
Sin vos yo no soy. Si no vas yo no estoy, yo no voy, yo no siento, no respiro, y no vivo, yo no vivo si no estas. Y si estas, ahí estoy, por y para vos. Comeré, sonreiré y cada cosa que haga será por vos, para que lo veas, para que me veas.


Grupo Zorzal(Pepe Pipòn).

El cordón de la vereda.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Y caminamos
mi sonrisa y yo,
por cada metro cuadrado
de esta hermosa ciudad.

Y por cada maravilla
de la cotidiana naturalidad,
y por cada noche como esta,
miro al cordón de la vereda

recordando con nostalgia
añorando la felicidad,
de la que fui juez y parte,
a la que di la espalda
cuando me sentía la reina del lugar.

En cada metro cuadrado
de este inmenso cielo que nos cobija
hay una baldosa y un cordón
en los que aun nos sentamos

burlándonos del almanaque,
tomándole el tiempo al reloj,
disfrutando el estar vivos,
en la simpleza del verdadero amor.

Y allí estaremos por siempre.
Y en cada lugar donde sacaste lo mejor de mí,
a carcajadas, de a montones;
me hiciste brillar, ayudaste a encontrarme.
A empujones, tímidos, me hiciste* feliz.


*todavía, en cada cordón, seguís teniendo ese poder sobre mí.

Lola Sabin.

Dulce Ángel.

Se sentó en la mesa del café J.R., sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Amor mio, dulce ángel
Tu me haces vivir
Bajo el brillo de tus alas
Me proteges del mal
A cambio de nada

Pero hay algo que puedo darte
Mil besos y mucho amor
Y como el canto del ruiseñor
Veo sin cansancio tu rostro
Y lo acaricio sin pudor

Dulce ángel eterno
Despliega tu alas
Llevame a volar contigo
Para abrazarnos en el alba
Y amarnos sin cesar

Diosa entre mil ángeles
Has llegado a mi volando
Y yo te he quitado las alas
Para que en tierra nos amemos
Y que luego vuelvas a volar

Y cuando estés en el aire
Por favor llévame contigo
Quiero recorrer entre la brisa
E ir a un mismo destino
Junto a ti, siempre unido

Dulce ángel eterno
Por siempre he de amarte
Nunca has de olvidarte
Que mi alma yo te entrego
También corazón y cuerpo entero


J.R.

El tema.

Se sentó en la mesa del café Santiago, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Hasta el propio problema desea encontrar su solución.
Al menos así resumo este cielo cuando lo miro hoy.
Esta comodidad no cicatriza la herida.
Está todo tiempo escondiendo la medicina.

Hábitos que le sirven a los cuervos que me vuelan
Levantan pasados nefastos que voy tirando al suelo
Y cuando los abandono me los refriegan en la jeta
Y cuando los desprecio por la espalda del sentimiento me los clavan.

Tengo los oídos del corazón aturdidos de dolor ajeno
Tiene los ojos ciegos, muda la boca y el tacto seco
Trata de despertarse y desde adentro yo le aconsejo
Que recuerde un idioma que no recuerdo pero sospecho

Soy un frasco lleno, en donde cae una gota triste
Y por el otro extremo, rebalsa una gota feliz.
La que cayó va a esperar su turno de rebalsar
Y la que rebalsa festeja estar volando para otro lugar.

Somos el problema que desesperado busca solución
Y sólo estando juntos vamos a curar a este corazón.
Aunque sean señales borrosas, yo las veo hoy.
Medio mapa cada uno tenemos de este laberinto.

Santiago.

Impulso

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

- Impulso
- Pero me sorprende esa cuestión que plantea como una cosa que se parecía a lo más centrado que me hubiera imaginado, que de por sí lo es.
- La cuestión era el paso de las etapas. La misma no se había formulado o no estaba demasiado definida, por lo cual, era una interrogación posible y de la más sensata.
- Sorprendentemente esa aparición de un lugar oscuro, las palabras que se deseaban incurrir como forma de comunicación, pero los sonidos no llegaban a tiempo para sentir esa alarma de sensibilidad, de rechazo a los títulos provenientes de un adjetivo tibio, que sólo sirve a los efectos de encomendar los mejores consejos en camas cansadas y reacias a todo lo trivial, pero que enloquece y agrada (eso es lo mejor que se puede tener en estos momentos, pero es lejano, no hay otra).
- Pero se vuelve a lo mismo en este tiempo que transcurre. Volvemos.
- Impulso.
- Una pregunta que se convierte en desliz.
- Oportuna y propiamente se supo que era una metáfora, pero no se aceptaba en su momento como tal.
- Preferí lo dulce que a lo salado y lo estoy disfrutando. Esto no pertenece al hilo que se teje, sin ovillo.
- El entendimiento que propugnaba me hizo derrapar todo el oscuro mundo que tenía oculto, pero bien informado y bien conocido por pocos.
- Impulso. Descripción sensata, aprovechada en su territorio, a la distancia. Creo tener en claro su inmaculada imagen.
- Ante la perspectiva de un nimio futuro nocturno, me remití a lo anterior.
- El karma por un tiempo que se indetermina y que sorprende. La recorrida del poco espacio disponible, una especie de sahumerio que perfuma la zona en donde no se puede respirar. Me estaba alimentando de una historia perfumada a la que demasiada actitud no le encomendé, pero de repente el surgimiento de la verdad y de la casualidad. El espacio oscuro, los señuelos de metal que yo apreciaba y que le merecía respeto (…).
- Impulso. Sabía de aquella historia. Nunca fue bien contada.
- Era algo que jamás me alimentaba y que nunca me deleitaría, aunque lo pensé y siempre por un momento se puede mantener en vilo a aquello de lo cual uno se convence, como decir que en un cielo puro hay especies de daltonismos y se rechaza un esfuerzo que valió la casualidad, la oposición, lo que sorprende y luego se puede volcar hacia otras direcciones para no perder nada y que piensen en lo que perdiste y por qué, pero para no hacer valer la pena ese instante, sin embargo, de lo contrario siempre surge la respiración y el desarraigo, cosas así.
- Impulso de observación verde o clara. En mi planteo por suerte no dejó de existir la proposición de la sabiduría. Es solo esperar un poco de tiempo.
- El tiempo me acaparaba la tranquilidad. Un deseo de suerte para ausentes. Solo dos. Nada más que esa cantidad.
- Impulso que corrige (chance por toi). Una frase vulgar (que lo pensaba desde lo trivial, pero me había equivocado).
- Un adiós que luego volvió como silencio.
- Impulso que se aleja, pero que vuelve siempre. Algún día me quedaré mudo.


Horacio Olivera.

Distorsión y realidad.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

No entiendo qué sucede, mis ojos se divierten distorsionando lo que ven. Quisiera poder ver con nitidez, pero todo está envuelto en nubarrones, entre haces de luz parecidos al arco iris. Solo que no se sienten alegres, caminan en la cornisa. Mi piel está intranquila y tengo frío, pero una manta no sería capaz de abrigarlo.
Hay demasiado blanco, por qué no puedo focalizar. Además siento la boca pastosa y no tengo fuerzas para hablar. Quiero levantarme, y no puedo, no ... ¡no puedo!
En aguas turbias naufraga mi cabeza, entre películas de misterio y terror, noticias que creía lejanas en la televisión. Todas, podían ser mi historia, la de hoy.

¿Qué estaba pasando? ¿Qué me habían hecho? ... Una lagrima rodó por mi ajeno rostro, escalofriante viajo hasta mi cuello y murió en las sabanas.
Si quiera conseguía escuchar, solo se oían susurros lejanos entre pasos suaves detrás de la puerta.

El sueño quería enredarme, pero ¿quién me defendería si yo me entregaba? Ya una vez dormí y desperté en este horripilante sueño... tenía que resistir. Pero no resisto, no soy fuerte. Nunca lo fui.

El manto que me cubría, invisible a los ojos que no ven, se desplomo perdiendo la elegancia y los vestigios de mujer que permanecían en mi piel.
Sumergida en la agonía, cayó el manto y me desnude.

Había tenido una semana muy difícil, que decir semana, un año. El trabajo estaba cada vez peor, cada vez éramos menos, y obviamente con más responsabilidades. Ir a laburar era una odisea, sobre todo las dos primeras horas. Si las pasabas sin visitar la oficina del jefe, significaba que por un día más, aun tenías empleo. Convengamos que esta no es manera de vivir, para nadie.
Llegaba a mi casa, besaba a mi marido, quien, así como yo, también tenía días complicados, pero no conseguía escucharlo porque el mío había sido mucho peor. Cuando al fin terminaba de hablar y era mi turno, sentía que él no me podía entender. Me sentía sola, triste y cansada. Compartir con el se había convertido en una carga. Mirarlo a su hermosa cara me recordaba todas las frustraciones de las que no podía hacerme cargo, no en ese momento. Últimamente solo veía su tristeza y la mía reflejada en sus ojos.

El martes, como todos los martes, fuimos a cenar con mis amigas. Subí al auto, ansiosa, esperando a verlas para poder aliviar un poco el peso que cargaba. Ellas siempre hacen que me sienta mejor. Cuando llegué al restaurant que felicidad, las abrace, nos besamos, gritamos, y sonreímos, como todos los martes.
Mientras tomábamos el café, entendí que era el momento de hablar, cuando Cintia, la más grande de todas, no pudiendo aguantar más, grito ¡chicas! ... ¡¡¡estoy embarazada!!!.
Que emoción, ella había esperado tanto ese momento. Al fin un bebe en nuestra gran familia.

Y así, como todos los martes, en este no hubo momento para mis problemas.

Llegue a casa nuevamente, tan ofuscada y tan feliz que entré corriendo para contarle a Mauri la noticia. Él me abrazo, tan fuerte, que logró estrujarme el corazón, pero no para compartir la felicidad, sino para consolarla.
Nosotros hacía mucho tiempo queríamos un bebe, y por alguna razón no se daba. Tal vez no lograría ser una buena madre.

Esa noche dormimos juntos, abrazados. Después de mucho tiempo nos sentimos y fue importante, sé que para los dos. Por esa noche volvimos a ser una pareja, y no me sentí vacía. Pero a la mañana siguiente, la noche había terminado, y con la luz del día recordé esa angustia a la que había olvidado. No la sentía hasta que nuevamente la vi.
Ya no podía soportar, era demasiado. Esa noche, cuando llegue a casa, como todos los días de mi vida, agarre una copa de cristal de nuestro regalo de bodas la llene con el mejor vino, Mauri no estaba porque los miércoles es noche de póker, y sin pensar, camine a la alacena y tome el frasco de píldoras. No soy fuerte, nunca lo fui.

Ahora recuerdo y entiendo lo que pasa. Lo que no entiendo es por qué si no soy fuerte, por qué sigo aquí.

Lola Sabin.

Ayer en la tarde...

Se sentó en la mesa del café Kristyan Lqnodbsrnombrado, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Ayer en la tarde nos encontramos
y olvidé el momento en que nos alejamos
es como si en el tiempo hubiese viajado
a cuando el amor era mi amigo y mi aliado...

Ayer, fui de un milagro testigo
y es que en el rato que estuvo conmigo
aun sin ella siquiera haberme tocado
una decada de heridas habían sanado...

Y es que desde ayer por la tarde...
de mis pensamientos no he podido sacarle
será que ha revivido en el que aún estaba vivo
porque es evidente que solo estaba escondido.

Desde ayer en la tarde tengo tanto miedo
a la misma vez tantos y tantos anhelos
y mientras trato de asimilar este enredo
le envío estos versos como señuelos....


Kristyan Lqnodbsrnombrado..

Cuando la propia vida parece un cuento.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Hace ya un tiempo, no tanto, que cambie de silla en la mesa. Cuestiones que no vienen al caso una vez obligaron que me sentara en un rincón, frío, oscuro, en el que definitivamente no me hallaba. Durante mucho tiempo permanecí allí, inmóvil, falta de todo, con ganas de nada … Creyendo sin creer, que ya de mi no quedaba nada. Tampoco importaba que fuera a volver.

Nunca logré acostumbrarme a ella, a mí. Un buen día comencé a intentar, a hacer fuerza, a patear el suelo, a luchar. No lo conseguí. Seguí intentando, sin creer. Sin querer creer, sin ganas de nada. Paso mucho tiempo hasta que al fin pude moverme de lugar, puedo recordar la pesadilla que sentí al estar atada sin sogas, al haber sido torturada … con tortura por la vida.

Como dije, hoy ya no estoy sentada allí, tampoco puedo volver a ser la que fui, así como ya no interesa. Después de un infierno, estando ahora lejos del cielo, parece como si todo hubiera sido una película sin trama, interpretada por una mala actriz. Una que en ningún momento supo actuar, una que de ficción no entiende y que está cansada de la verdad.

Lola Sabin.

¿Quién Soy?.

Se sentó en la mesa del café Kristyan Lqnodbsrnombrado, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

¿Quién soy? roza por los labios del que duda,
la pregunta que nos toca el alma en momentos de paz...
el enigma sin respuesta, que se oculta tras la luna

No comprendo los escritos de las rocas,
ni siquiera lo que me dicta el mar...
y no oigo de la brisa angosta,toda respuesta que me quiera dar

¿Quien soy? le pregunto a un Dios, mesías de las cunas
mientras miro el cielo estrellado,esperando una señal...
que no llega ni se acerca;aunque se que existe tal.

Busco en los ojos, mi reflejo y una explicación
Solo veo en el alma,desde lejos
palabras del corazón...

Palabras que engañan,para dar buena impresión
sentimientos que alejan la verdad a esta ilusión
mientras yo las escucho sin entender,me pregunto¿Quién soy hoy?

¿Hoy soy aquel que ayer no fui?soy el cordero
o el Semi Dios de mi prisión...
solo se que el esclavo que obedece, ese, ese no soy...

Yo soy quizás el alma sin rumbo
que busca entre frases, disfraces de un Dios
o soy la nada misma, en un sueño que alguien soñó.

¿Quién soy? retumba entre mi pesar
mientras aguardo en silencio, respiro
se que hoy vivo, y me propongo a aceptar...

Aceptar a la vida tal cual la brindan
no tal cual la imponen,aceptar las maravillas
de las pequeñas y olvidadas flores...

Ver más allá de los ojos, del alma
del corazón, ver mas allá...
de vos,de la sociedad,la realidad...

Pero entonces ¿quien soy?
no lo se...solo se que soy lo que soy
según mis actos,según mi verdad..

Quizás tan solo soy YO.

o quizás no...


Kristyan Lqnodbsrnombrado..

Sector Místico.

Se sentó en la mesa del café Pepe Pipón, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Sector místico, el que hoy recorre mi eterno y puro ser, Como una bola de placer en mi pecho. ¿Amor será? o solo simpleza de esta vida? Simple como cualquier ser solitario.

¿Quien no ama su propio amor?, es como el deleite de un chocolate, o como el placer de rozar la piel del ser amado, piel de terciopelo, hermosa y perfecta.

Amor, oh amor ¿porque nuestros caminos se alejan y se acercan?, siento que nuestro porvenir es incierto, donde terminara este juego de niños enamorados. Esta sensación de mutuo amor será real o solo un simple truco de mi corazón. No comprendo que pasa dentro de ti, me gustaría tener una bola de cristal, o estar un día bajo tu piel para saber que quieres de mí. Pero como saberlo, si uno no se juega nunca, nunca lo sabremos.

Espero que algún día el corazón y el cerebro se junten en uno solo, y el cerebro deje fluir las emociones y no ponga trabas. No mas trabas, por favor, quiero que me liberes cerebro por un día y me dejes ser libre, eres como un cuero que me quiere proteger, pero me haces mas daño sin darte cuenta.

En mi ser hay dos polos, y uno no reconoce al otro, mí ser real y mi cerebro, tenemos constantes peleas internas. Uno es real y al otro lo creamos nosotros y nuestra cultura, es todo el peso de nuestras vivencias. Pero ¿para que existes cerebro? deseo ser puro espíritu, el es el único que sabe lo que realmente quiero. El es un ser artista, creador, mágico, mientras que el cerebro es frío y calculador, esconde todas las mugres del hombre.

Escribir estas frases logra que mi corazón salga a la superficie y no se esconda más tras un muro moral.

Dejo de escribir, porque mi cerebro ya quiere censurarme, ya que por fin me he mostrado. Aléjate ser vil y arrogante, y déjame vivir tranquilo…


Grupo Zorzal(Pepe Pipòn)..