Hace ya un tiempo, no tanto, que cambie de silla en la mesa. Cuestiones que no vienen al caso una vez obligaron que me sentara en un rincón, frío, oscuro, en el que definitivamente no me hallaba. Durante mucho tiempo permanecí allí, inmóvil, falta de todo, con ganas de nada … Creyendo sin creer, que ya de mi no quedaba nada. Tampoco importaba que fuera a volver.
Nunca logré acostumbrarme a ella, a mí. Un buen día comencé a intentar, a hacer fuerza, a patear el suelo, a luchar. No lo conseguí. Seguí intentando, sin creer. Sin querer creer, sin ganas de nada. Paso mucho tiempo hasta que al fin pude moverme de lugar, puedo recordar la pesadilla que sentí al estar atada sin sogas, al haber sido torturada … con tortura por la vida.
Como dije, hoy ya no estoy sentada allí, tampoco puedo volver a ser la que fui, así como ya no interesa. Después de un infierno, estando ahora lejos del cielo, parece como si todo hubiera sido una película sin trama, interpretada por una mala actriz. Una que en ningún momento supo actuar, una que de ficción no entiende y que está cansada de la verdad.
Lola Sabin.
No te canses de la verdad, explicala. Gritala.
ResponderEliminarAl menos, gritame la verdad a mí o a los que no la sabemos, ya que al menos yo la deseo más que nada.
Aunque me inunde y no pueda respirar, ya que me estoy cansando de revolver mentiras, ahogame de una buena vez con verdad.
Si te reclamo ahogarme, es porque te acabas de describir como el océano.
Y yo... yo estoy en un desierto.
Lleno de señales, pero nada concreto.
Santiago.