El sueño de Omar Tyr y su narrador omnisciente .

Se sentó en la mesa del café Junnecus, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

La luz estaba encendida cuando se durmió del todo. A su lado las colillas de cigarrillo formaban un diminuto bosque de conitos que rodeaban el cenicero rebosante. Solían ser depositadas verticalmente con mano experta desde la cama por Omar que a pesar de todo se afanaba por mantener su mesita de luz a salvo de manchas y quemaduras de cigarrillo…


-¿Quién habla?


El reloj digital marcaba la una y tres de la mañana cuando Omar despertó sobresaltado. Creyó haber escuchado algo... Una voz… Estaba seguro de haber oído a alguien que hablaba desde algún sitio… Probablemente producto de su imaginación... Un mal sueño solamente.


-No tengo ningún mal sueño. En realidad todavía no me había dormido. Lo escuché claramente señor... Así que salga…. Muéstrese. No se haga el gracioso. Quien quiera que sea. Está invadiendo propiedad privada. ¿Qué se cree? Se muy bien que la voz que escuché no fue ningún producto de mi imaginación. Estoy seguro de haber escuchado su tonta y estúpida voz de caño podrido perfectamente desde algún lado. No me asusta… ¿Quién es el pelotudo que se atreve en mi casa a estas horas? ¿Se cree gracioso? Salga ahora mismo de donde sea que se esté escondiendo… Sepa que tengo un arma y que no tengo miedo de usarla. No me da miedo con esa voz profunda y con las estupideces que dice…Sostengo un arma en estos momentos…


Un calzoncillo viejo y un par de medias negras agujereadas eran las únicas indumentarias desde las que Omar profería ridículamente sus amenazas. Omar Tyr no tenía un arma en realidad. Ahora iba de arriba abajo por toda la pieza buscando al dueño de la misteriosa voz… Examinaba convulsivamente todos los rincones de su diminuta habitación en busca de un visitante desconocido que jamás iba a aparecer. No había caso… Omar se encontraba solo. Como siempre…Ahora se ponía un vaquero gastado y se sentaba en su cama nervioso luego de haber revisado cuatro veces todos los posibles escondites de su pequeña morada. Seguramente las voces que escuchaba eran producto de una alucinación, una idea alocada, probablemente hija de la soledad y la depresión que embargaban su vida….


-¿Qué soledad? ¿Qué depresión? ¿Cómo supo que no tengo en realidad un arma? ¿Dónde carajo se esconde usted? Yo estoy acá de lo más contento estando solo… No preciso a nadie…Sépalo. Si tengo este relajo en casa es porque no me dan las bolas para limpiarlo. Sépalo también. Y salga ahora mismo. Es mas, te juro que si no salís ahora mismo me voy a enojar…Y mucho. Te voy a romper la cabeza a patadas… ¿Entendiste?


Omar ahora le hablaba al aire. Gritaba casi…Nada tenía sentido. Miraba desconfiado hacia todos lados y amenazaba en vano con el sucio y pesado cenicero de vidrio sin saber con certeza hacia adonde debía apuntar.



-Esta bien… Voy a soltar el cenicero. Era de mi madre… Me voy a calmar…No entiendo nada. De acuerdo, de acuerdo… aún cuando es imposible que haya nadie escondido. No hay sitio para altavoces, cámaras o micrófonos. ¿Qué pasa acá? ¿Quién sós? ¿Por qué parecés saber tanto de mí? ¿Por qué comentás todo lo que hago? ¿Por qué hablas como si lo que hago en este momento fuera parte del pasado?


Sucede que soy un narrador omnisciente. Y los narradores omniscientes se expresan así…


-Me respondiste. ¡No estoy loco entonces! ¡Gracias narrador omnisciente!


Maldición. El narrador omnisciente acababa de cometer un error fatal. Una equivocación de dimensiones épicas. Capaz de alterar el flujo espacio temporal del relato, única realidad existente, llenándola de paradojas. No debió comunicarse con Omar. La voz del relato se involucraba con el personaje. Grandísimo error. Y la voz del relato lo sentía muchísimo, era la primera vez que un personaje parecía escucharla. Eso ponía nervioso al narrador omnisciente. Eso me puso nervioso. Paradojas por doquier. El narrador omnisciente acababa de hacer lo único que no debía hacer un narrador omnisciente. El narrador omnisciente estaba destrozado…Por eso repetía algunas palabras antiestéticamente de manera infantil. Su propia denominación y rango de narrador omnisciente estaban involucrados…


-No te preocupes. Le puede pasar a cualquiera… No te sientas mal narrador omnisciente… Solamente respondiste una simple pregunta que yo te hice. Sos un gran narrador…¿Qué quiere decir “omnisciente”?


Quería decir que este narrador lo sabía todo y estaba en todos lados con respecto a esta historia que usted protagonizaba señor Omar Tyr.
Pero el narrador omnisciente, esto que habla ahora, ya sabía que la trama ahora no tenía sentido ninguno. Este narrador suponía en este instante que ya no volvería a narrar mas nada después de este terrible error que había cometido al comunicarse con el personaje.


-No se si creerte… ¿Y yo que soy entonces?


Me temo que por culpa de este narrador, el señor Tyr se había convertido en una pequeña paradoja, inútil para cualquier historia que se precie de tal. Un momento…
Ahora mismo el protagonista se acababa de dar cuenta de la naturaleza de su fugaz existencia. El señor Omar Tyr sabía la verdad. Conocía el secreto. Entendía las implicaciones. Omar ahora se sabía un personaje. Cosa terrible. Debíamos concluir con todo esto en este preciso instante…Fin de la historia.


-¡Pará! Por favor no hables en pasado narrador...Es irritante y confuso. Por favor esperá… Seguí hablando. ¿Voy a desaparecer? ¿Eso significa que voy a morir? ¿Entonces no existo? ¿Existí alguna vez?


El señor Tyr miraba al cielo desesperado. Las lágrimas surcaban sus mejillas. El narrador sabía que ambos desaparecerían a partir de este preciso momento. Este narrador omnisciente lo lamentaba mucho…era su error y pedía disculpas.


-Esperá. ¡Narrador! Pará un cachito… Si ya está todo perdido… Antes de desaparecer quisiera saber algunas cosas… Un ultimo deseo… Algo… ¡No me quiero ir así! ¿Podemos detenernos un momento?


A este narrador omnisciente le parecía que si, que era lo menos que podía hacer por el personaje de Omar luego de haberlo condenado al vacío absoluto a partir de su participación involuntaria en la historia que en realidad no era una historia sino otra cosa distinta después de su imperdonable fallo.


-No te preocupes. Bueno… Contame… ¿Podes hacer algo por mí antes de que desaparezcamos para siempre?


El narrador suponía que si… Que podía romper las reglas para Omar Tyr por ultima vez… No era posible empeorar la situación.
La habitación de Omar ahora lucía radiante y ordenada. Omar Tyr podía volar…


-¿Cómo hiciste eso? Está todo ordenado, ¡Hay olor a lavanda! ¿Ese es mi cenicero?… Jajaja... ¡Puedo volar! ¡Puedo volar! ¡Estoy volando! Estoy volando….


Omar realmente volaba muy bien...


-Gracias narrador… Pero ¿Podrías bajarme? Tengo una duda realmente muy grande…


Omar aterrizaba suavemente en esos momentos…


-Gracias de nuevo narrador. Podré volar mas tarde… Pero como te dije, tengo una duda enorme...


El narrador omnisciente respondería a las dudas de Omar Tyr inmediatamente...


-Gracias amigo omnisciente. Entonces este milagro de volar y del cenicero limpio significa que todo es verdad. ¿No? O significa que en realidad nada de esto sucede realmente... De verdad todo lo que sé y lo que soy no existe. Soy un personaje. Una paradoja como vos dijiste… ¿Soy un invento tuyo narrador? ¿Debo considerarte mi Dios?


Todo era verdad porque todo era mentira. Omar Tyr y este narrador omnisciente eran en realidad un invento de la persona que escribe estas líneas. El narrador no era ningún dios. Dios en realidad no existía. Al menos en esta historia. El autor de estas líneas era el verdadero responsable de la desgracia de Omar y de este narrador...


-¿El autor de estas líneas? ¿Qué autor? ¿Qué líneas? ¿Quién es la persona que escribe estas líneas?


N. del A. (*): A mi no me metan en esto…


Omar se llenó de miedo y prendió un cigarro… Breve silencio... Las preguntas flotaban en el aire…


-Es cierto, ahí veo a las preguntas flotando en el aire arriba de la mesita de luz…Gracias narrador... Procedo a leerlas en voz alta para todos ustedes. Querido autor: ¿Usted quien es? ¿Qué son las líneas? ¿Es usted todopoderoso? ¿Es cierto que es toda su culpa? ¿Por qué permite que sucedan estas desgracias?”


N del A: No. Ni ahí. No soy todopoderoso querido Omar. Ni mucho menos. Me temo que soy un pobre y triste nabo en realidad, simplemente trataba de escribir algo… Para ser todopoderoso dejo muchísimo que desear: soy mediocre, flaco, feo, fumo demasiado, me preocupan las facturas a fin de mes y mi alfombra huele a podrido en estos momentos…las líneas son muchas cosas. Lo siento. Trataba de escribir algo digno y no estoy logrando más que boludeces… Lo siento mucho de veras. Te advierto que vos tampoco valés mucho como personaje, no sos interesante, ni complejo… ni siquiera sos gracioso querido Omar Tyr... Debí haberte inventado un arma…Sorry.


Omar Tyr y este narrador omnisciente no acabábamos de comprender las palabras del autor. El escritor debía dar explicaciones en este mismo momento. Debía hacer algo pronto por El pobre Omar, al fin y al cabo era su creación…


-Es cierto. Otra vez el narrador omnisciente tiene razón. ¿Por qué me pusiste en esto? ¿Para que hubiera querido tener un arma? Mi único sueño es ser feliz como personaje. Señor autor: ¿Podría venirse a tomar unos mates conmigo antes de que desaparezca…? Le perdono mi soledad, el desorden de mi cuarto y le perdono también que no me haya puesto un nombre de pila como corresponde. Entre al cuento por favor. Me muero de ganas de conocer al creador de estas líneas cara a cara. Soy su personaje y merezco que me dé pelota. Serán unas breves preguntitas nomás… Prometo portarme como un personaje civilizado. Siento que al menos merezco una explicación…


N. del A: Esta bien Omar. Me conmoviste… Tenés razón. Ya voy. Ya bajo. Esperáme impaciente y esperanzado mientras preparás el mate…Y poné galletitas…


Martirena, corrió a preparar el mate. Llenó un plato con galletitas de chocolate. Lucía impaciente y esperanzado mientras esperaba a que hirviera el agua de la caldera... Alguien golpeaba la puerta… Era “el autor de estas boludeces” Omar se apresuró a abrirle la puerta…


-Te saludo en tu casa ahora: Omar Tyr Rodriguez. Yo soy “el autor de estas boludeces” (Hola a ti también amigo narrador omnisciente con voz de caño y que se expresa en pasado a pesar de relatar acontecimientos que están sucediendo de manera irritante también para mí aunque sea yo mismo el que aprieta el teclado.) (Y hola al amable lector, lo siento mucho, de veras...)


El narrador omnisciente agradecía la mención que le hacía “el autor de estas boludeces”. Omar Tyr Rodriguez invitaba con un gesto de sus manos al autor de estas boludeces a ingresar en su pequeña morada.


-Hola “autor de estas boludeces”. Gracias por el regalito. Necesitaba un segundo apellidopara humanizarme un poco. Es re insatisfactorio tener un apellido tan jodido. Por suerte el cuarto ya está ordenado…


-Tutéame por favor. No estoy regalándote nada...Una pavadita, no me costó nada… y tampoco me llamo “el autor de estas boludeces”. Mi nombre es otro. Soy un nabo al que de a ratos le gusta escribir boludeces como éstas…


Jorge Martirena y “el autor de estas boludeces” se sentaban en ese momento para tomar mate y conversar.


-Gracias por hacerte presente en mi pequeño mundo que vos inventaste...-dijo Tyr Rodriguez.


-No tenés idea cuan solitario es esto de escribir boludeces… No inventé mucho en realidad… No sabes que feo es mirar un monitor en blanco durante horas... Yo te agradezco a ti que participes de este escaso mundo de mi cabeza... Surgen inevitablemente problemas y paradojas de la creación literaria que los que los malos escritores no intentamos resolver amigo Omar porque nos agotamos con solo pensarlas, te pido mil disculpas.


-Comprendo…Comprendo… Mi apellido no es casual…No sé porqué pero siento que ya podes disolverme nomás. Terminá con la historia y punto. Mátame cuando quieras querido “autor de estas boludeces”, escritor de boludeces, cualquiera sea tu nombre…Sé que cumplí mi propósito. Ya estoy listo. Ya entendí todo. Sin rencores querido amigo.


-Quiero que sepas que eliminé el dialogo de las consideraciones acerca de si soy ahora el hijo de tu creador porque las releí y sonaban egocéntricas, patéticas e irrespetuosas por mi parte (o de mi padre…)


-Aunque no fuera así…


-Exacto…


-¿Podes hacer que yo diga lo que vos quieras que yo diga?


-Así es amigo Omar…


-Asdfsd.


Siguieron conversando hasta el amanecer mientras amargueaban parejo. Personaje y autor en un mundo que en realidad no existía... Amigos los dos…


-Los tres…Lamentamos que seas incorpóreo amigo narrador omnisciente…


Gracias. Amigos los tres entonces. Personaje, autor y este narrador omnisciente en un mundo ficticio que en realidad no existía…


-¿Esto es un sueño que tengo?- Preguntó el señor Tyr.


-No creo.


El nabo que escribe estas líneas ya lo sabía mientras conversaba con ambos: Omar y el narrador omnisciente prevalecerían. Decidió que esos mates que tomábamos los cuatro (*2) en ese momento ficticio fueran inolvidables. Y mientras conversaba con Omar, el modesto autor de estas boludeces pensaba en la última línea al final de su relato: éste narrador omnisciente y Omar Tyr iban a existir siempre en algún rincón olvidado de su memoria y serían felices hasta el fin de los tiempos tomando mate con galletitas.




(*): Nota del autor de estas boludeces.
(*2): O los cinco, o los seis, etc. 

Junnecus.

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