Impulso

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

- Impulso
- Pero me sorprende esa cuestión que plantea como una cosa que se parecía a lo más centrado que me hubiera imaginado, que de por sí lo es.
- La cuestión era el paso de las etapas. La misma no se había formulado o no estaba demasiado definida, por lo cual, era una interrogación posible y de la más sensata.
- Sorprendentemente esa aparición de un lugar oscuro, las palabras que se deseaban incurrir como forma de comunicación, pero los sonidos no llegaban a tiempo para sentir esa alarma de sensibilidad, de rechazo a los títulos provenientes de un adjetivo tibio, que sólo sirve a los efectos de encomendar los mejores consejos en camas cansadas y reacias a todo lo trivial, pero que enloquece y agrada (eso es lo mejor que se puede tener en estos momentos, pero es lejano, no hay otra).
- Pero se vuelve a lo mismo en este tiempo que transcurre. Volvemos.
- Impulso.
- Una pregunta que se convierte en desliz.
- Oportuna y propiamente se supo que era una metáfora, pero no se aceptaba en su momento como tal.
- Preferí lo dulce que a lo salado y lo estoy disfrutando. Esto no pertenece al hilo que se teje, sin ovillo.
- El entendimiento que propugnaba me hizo derrapar todo el oscuro mundo que tenía oculto, pero bien informado y bien conocido por pocos.
- Impulso. Descripción sensata, aprovechada en su territorio, a la distancia. Creo tener en claro su inmaculada imagen.
- Ante la perspectiva de un nimio futuro nocturno, me remití a lo anterior.
- El karma por un tiempo que se indetermina y que sorprende. La recorrida del poco espacio disponible, una especie de sahumerio que perfuma la zona en donde no se puede respirar. Me estaba alimentando de una historia perfumada a la que demasiada actitud no le encomendé, pero de repente el surgimiento de la verdad y de la casualidad. El espacio oscuro, los señuelos de metal que yo apreciaba y que le merecía respeto (…).
- Impulso. Sabía de aquella historia. Nunca fue bien contada.
- Era algo que jamás me alimentaba y que nunca me deleitaría, aunque lo pensé y siempre por un momento se puede mantener en vilo a aquello de lo cual uno se convence, como decir que en un cielo puro hay especies de daltonismos y se rechaza un esfuerzo que valió la casualidad, la oposición, lo que sorprende y luego se puede volcar hacia otras direcciones para no perder nada y que piensen en lo que perdiste y por qué, pero para no hacer valer la pena ese instante, sin embargo, de lo contrario siempre surge la respiración y el desarraigo, cosas así.
- Impulso de observación verde o clara. En mi planteo por suerte no dejó de existir la proposición de la sabiduría. Es solo esperar un poco de tiempo.
- El tiempo me acaparaba la tranquilidad. Un deseo de suerte para ausentes. Solo dos. Nada más que esa cantidad.
- Impulso que corrige (chance por toi). Una frase vulgar (que lo pensaba desde lo trivial, pero me había equivocado).
- Un adiós que luego volvió como silencio.
- Impulso que se aleja, pero que vuelve siempre. Algún día me quedaré mudo.


Horacio Olivera.

2 comentarios:

  1. Anónimo5:52

    Me hizo pensar en que eran los impulsos, leí esto y lo dejo para quién sienta lo mismo que yo.

    En términos psicológicos, un impulso consiste en una energía interior que insta a los organismos a realizar una acción concreta. Las diferentes escuelas psicológicas han estudiado la naturaleza y la clasificación de los impulsos, sin que exista un acuerdo generalizado sobre sus mecanismos de funcionamiento, sobre su número o sobre sus cualidades.

    En términos coloquiales, los impulsos son deseos o disposiciones repentinos que nos fuerzan a realizar determinados actos, sin que nuestra voluntad pueda evitarlos, aunque sea capaz de controlarlos en cierto sentido.

    Dentro de la ética, los impulsos se encuentran relacionados con la voluntad. Como es sabido, para que un acto pueda ser juzgado moralmente debe haber sido realizado de una manera voluntaria y libre. Los impulsos, sin embargo, condicionan nuestra voluntad hasta tal punto que, en ocasiones, no nos sentimos responsables directos de nuestros actos; así, por ejemplo, cuando decimos: "sentí un impulso irresistible y no lo pude evitar". No obstante, los neurobiólogos insisten en que la voluntad y la razón pueden reprimir los impulsos, aunque con grandes dificultades, dificultades que pueden ser minimizadas a través de un aprendizaje y un esfuerzo de nuestra voluntad. De ahí que una conducta o un temperamento impulsivos no puedan justificar moralmente nuestras acciones, convirtiéndonos en irresponsables.

    Fuente: http://www.iesmurgi.org/filosofia/etica/Etica%20y%20Psicologia%20Conceptos.htm

    ¡Un simple dato de color!

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  2. Anónimo7:28

    Myu buena info!!! A veces dejarse llevar por los impulsos es complicado, pero a veces uno no se quiere quedar con la duda de qué hubiera pasado si...

    La razón y el corazón no son compatibles en estos casos, auque puedan llevarse de la mano en circunstancias en que todo pueda desestructurarse por el deseo de nuestros impulsos de animales más que de humanos.

    Gracias por el aporte.

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