Una metáfora de amor.

Se sentó en la mesa del café Damián, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Cómo explicar que la amo,
que enamoró hasta el más feroz
sentimiento de mi mente,
que enamoró mi pupila desgastada,
que mi cielo brilla nuevamente
y que aún así, no tengo nada.

Cómo explicar que la amo,
que enamoró hasta la malvada voz
que surge de mis labios,
que enamoró mis besos congelados y algo bobos,
que encendió mi luz entrada en años
y que aún así, lo pierdo todo.

Cómo explicar que la amo,
que enamoró hasta el resentimiento
que brota de mis manos,
que enamoró el dolor de mis mañanas,
que muero por verla cada día
y que aún así, pierdo la vida.

Cómo explicar que igual la amo,
igual aunque sacuda mi alma en la distancia,
igual aunque me queme;
cómo explicar que a veces el fuego duele,
que es correcto aquello que sentiste
y que aún así, me siento triste.

Cómo explicar que igual la amo,
igual aunque se vaya,
igual aunque la eche,
cómo explicar que aunque enloquece
el placer de estar enamorado
me siento desahuciado,
cómo explicarte que lo he terminado...

Damián.