Interrogantes.

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


¿Quién meditará mis palabras para convencerte?

¿Quién tendrá a favor una porfía desafiante
para despejarme de mi cruel imaginación?

¿Quién podrá contemplar aquel ocaso
sin contar los rayos del sol,
como cada uno de los parpadeos de tus ojos?

Frené toda tentativa de desahogo.
No por voluntad, sino por metabolismo.

Muchas conjeturas, sórdidos silencios.
La inusual forma de verte hacia los demás.

Mi templanza sé que me está jugando con las cartas marcadas.

Una intuición atroz e infructífera
de desordenar las causas-efectos.

La improbable circunstancia de que
mis bosquejos sean rechazados,
hace más viva mi ilusión.

¿Quién es el que huye sigilosamente hacia la felicidad?

¿Quién ejecuta las reglas creadas para romper con el tiempo soportado?

¿Quién sentenciará la veracidad de mi evasión en el tiempo?

Toda esta estructura interrogativa
ha caducado de manera impertinente.

Ha pasado un determinado lapso de tiempo
hasta el reencuentro con estas palabras.

Podría especularse y,
sin caer en error,
determinar la invalidez
perpetua de las mismas.

Acaso si desaparecieran
todos los rastros de una unión,
las respuestas
¿Formarían parte de una coherencia y de un sueño en el futuro?

Horacio Oliveira
.

2 comentarios:

  1. Cómo me gusta este poema!!!! no sé por qué, será porque son preguntas y respuestas que tantas veces tuvieron lugar en mi pequeña cabeza .. o simplemente porque es bello .. no sé pero me encanta!!

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  2. Anónimo16:16

    Muchas gracias por el hecho que le haya gustado.

    Me da más pilas para seguir escribiendo.

    Gracias nuevamente.

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