La burla de los muertos.

Se sentó en la mesa del café Sir George, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Una luz tenue enfoca el depósito de cadáveres. El silencio de la noche es cómplice de lo aterrador del lugar. Dos muertos yacen en el suelo. Están cubiertos por bolsas negras. Una rata hambrienta husmea los cuerpos en descomposición. Los difuntos conducían un auto horas atrás. Se han transformado en carroña fría. Tienen aspecto de residuos sin importancia. Ya no sonríen, no hablan, no sueñan, son pedazos de carne fétida. Serán usados para un experimento maquiavélico. Méndez y Salves serán los encargados de divertirse con su muerte. Quintana, con su moral religiosa, reprueba las actitudes de sus compañeros: en varias ocasiones ha conspirado contra ellos. Nadie le ha creído. No puede entender el comportamiento de sus colegas. Las autopsias diarias afectaron sus mentes. Siendo estudiantes inexpertos y temerosos, se comportaban con normalidad. A Salves, siempre le molesta descubrir la causa de la muerte de un niño, en cambio a Méndez lo entristece el deceso de los ancianos. Varios años seccionando cuerpos los han hecho perversos, siniestros, diabólicos. Siguen manteniendo el respeto a niños y ancianos pero, desprecian a personas que ellos creen desagradables. Ni ellos saben la razón de su maldad. Con risas de hienas festejan el salpicar de la sangre, aúllan como lobos. Quintana intenta detenerlos mediante amenazas y denuncias y, de nada sirve, las ignoran. Con desdén, le exigen que no moleste en la fiesta. ¡Que se retire a rezar a su Dios misericordioso!
Les encanta el intercambio de cabezas. Implantar brazos femeninos en un hombre. Separar los dedos de mujer con uñas largas y filosas y usarlos de dardos en un blanco. Otra de sus peculiares costumbres es despojarlos de sus prendas y vestirlos con algún atuendo particular. Les gusta disfrazar a un hombre obeso con un tutú de bailarina clásica. Sosteniéndolo entre ambos, lo hacen bailar en puntas de pies e imaginan los bullicios y aplausos de las sombras.
Al aburrirse de jugar al póquer eligen muertos al azar. Los sientan en una mesa con sus cinco cartas y los insultan si alguno obtiene póquer de ases.
-El fiambre se me lleva la guita a la tumba - suele exclamar Salves.
-¿Qué cartas tendrá el desgraciado?- Gruñe con ironía Méndez.
Con sus locuras se sienten justicieros en sus rituales. Aborrecen encontrar un muerto de facciones bellas y le desfiguran su rostro, insertándole una nariz puntiaguda o grandes orejas.
-¡Así qué te creías muy lindo Dorian Gray! ; Ahora te vas a ir al nicho como un monstruo - dicen con un tono juzgador y severo.
A los hombres altos los convierten en petisos y a los petisos en jugadores de básquet. Son coleccionistas de ojos y en un frasco los atesoran "como canicas" de distintos colores.
Los pasos de Méndez y Salves provocan un malestar imaginario en los muertos. Quisieran resucitar como lo hizo Lázaro de su tumba. Escapar de la tortura que se avecina. La rata que rodea los muertos huye con rapidez al escuchar los pasos de los dementes. Salves ilumina con una linterna los cadáveres y Méndez procede a destaparlos. Estudian qué presagio promete la noche. Son dos jóvenes de unos treinta años. El fuerte impacto del automóvil no los ha demacrado. Un golpe seco en la cabeza fue suficiente para estar en la morgue.
-¿Qué podemos hacer con ustedes? - dice Salves.
-La verdad, me estoy aburriendo de repetir lo de siempre - agrega Méndez.
-¿Por qué no… realizar un buen paseo en la ambulancia de Quintana con los amigos? - Insinúa Salves
-Continúa, continúa que me gusta la idea – Dice asombrado Méndez.
-El muy idiota se olvidó las llaves - Insiste Salves intentando persuadir a su amigo.
-¿Pero cómo hacemos? Vacila Méndez.
-Sencillo, mirá lo que tengo. -Salves mostrándole las llaves del olvidadizo señor incorruptible.
-No estaría nada mal, ¿qué te parece una vuelta por el Abasto, tomar algunas cervezas y piropear hermosas mujeres? - Aprueba la idea Méndez, agregando un incierto desenlace.
Secuestran a los jóvenes muertos y los arrastran a la ambulancia de Quintana. Evitando ser vistos por alguien, sientan a los difuntos en la parte trasera del auto. Una mujer joven y hermosa pasa por el lugar. Salves sin razón alguna habla con ella. Los acomodan inclinados en los asientos y buscan que no caigan hacia delante. Salves enciende el motor. Sintoniza Lohengrin de Wagner. Entre risas y algarabía emprenden el tragicómico viaje.
-¿Querés una cerveza flaco? - Salves dirigiéndose a uno de los muertos.
- Contestá, sos mudo querido, nada de timidez acá, hoy estamos de joda y a joder se ha dicho.-Méndez hablándole al cadáver.
A gran velocidad pasean los cuatro amigos. Cada tanto, se detienen en algún semáforo. Improvisan poesías al ver jóvenes bellas. Los cadáveres parecen sonreír ante el romanticismo de sus torturadores. Nace una anormal amistad. Se unen la vida y la muerte. La locura y la paz eterna. Al tomar la avenida Corrientes, uno de los cadáveres se tumba hacia delante. Su mano queda tendida entre los médicos, parece señalar algo llamativo.
-¿Qué carajo viste finado? -pregunta Salves desatendiendo el volante y siguiendo la indicación de la mano. Observa un auto destrozado.
-¡Cuidado con el camión boludo! -Grita desesperado Méndez.
La advertencia no llega a tiempo. La ambulancia de Quintana se estrella contra un viejo acoplado. La policía forense confirma que sus cuatro integrantes han fallecido. El auto desecho que parecía señalar el cadáver, era su propio auto. En él, horas antes, moría junto a su amigo. Los cuatro hombres sin vida son trasladados a la morgue. Quintana será el encargado de realizar las autopsias. Los rostros de los jóvenes parecen tranquilos. Dan el aspecto de aguardar un sepelio decente.
- ¡Salves, qué lindo tipo que eras!, ¡Méndez tus piernas son muy largas! - Grita Quintana con un bisturí ansioso por cortar.

Sir George.

2 comentarios:

  1. Retorcido y atrapante!!! Al final nos terminamos convirtiendo en eso que tanto aborrecemos. Por suerte después de cada final hay otro comienzo.

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  2. Anónimo18:49

    MUCHAS GRACIAS COMETA

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