La mañana.

Se sentó en la mesa del café Jeremias WOLF, sintió el aroma, tomó un sorbo y dijo:

Hago el esfuerzo supremo…los párpados pesan…sé que mis ojos están hinchados de insomnios viejos…los siento así, latiendo lentamente con el pesado aire de la mañana.

Por un instante las imágenes del cuarto pasan ante mí como diapositivas en loco frenesí, desplazándose como flashes fantasmagóricos…

Apenas consigo que mis ojos comiencen a abrirse…van subiendo lentamente la cortina que los cubre, temerosos testigos presenciales de la historia de mi vida…

Como en todas las mañanas de primavera, la luz colándose entre los postigos, dibuja barrotes carcelarios sobre la pared gris, que supo de pinturas y momentos tiernos…

Con cuidado y movimientos austeros comienzo lentamente mis juegos matinales de la pereza… me recorro… los pies… las piernas… la cintura, que prontamente me recuerda que ya no son mis mejores tiempos… manos y brazos sumándose al festejo de la fiaca… mientras mi mente trata de encontrar la salida a esta noche nuestra, tantas veces postergada…

Con temor y los ojos medio abiertos, mi brazo se extiende hacia tu lado de la cama… recorro las fronteras de tu carne… el sudor dejó plasmada tu silueta entre las sábanas… sigo quieto…

La cascada de imágenes se renueva… tu vestido color esmeralda…tus zapatos pequeños… y tu ropa interior ceñida… provocando la asfixia de tus senos…

Anoche eran coronaciones en tela de tu cuerpo perfecto, ahora dibujan mapas de países que no existen, con mares marrones de salvajes aguas, desparramadas ropas sobre el suelo de madera diáfana…

Persiste en el aire el aroma de tu sexo y mis ojos vuelven a cerrarse buscando los momentos especiales de la noche, donde el olor bravío de tu cuerpo desbordaba mis contenidas ansiedades… Y no es la primera vez que pasa… cuando ocurren tus sudores excitados en la casa se instalan a quedarse varios días, dando certeza a que se han fundido en lo más profundo de mi carne…

Y vuelven las imágenes nocturnas a mezclarse… y la mañana me trae con tu fuego el aroma contundente del café recién hecho… y las tostadas que comienzan a quemarse…

Presto atención, no me dejo embriagar por la nostalgia de vos… y entre los ruidos matinales me llegan los susurros de tu canto…el agua que hierve… cucharitas huracanando tazas tibias… y hasta mi propio silencio puedo escuchar, jadeando la resaca de esta noche… tus sonidos de la noche… pequeño arte efímero que sucumbe a la pasión de nuestros cuerpos… Repitiéndose una y otra vez hasta la cúspide…

Vuelvo a intentarlo… tratar de recomponerme los despojos se convierte en un acto heroico después de haber muerto mil veces en tu regazo…
Al paisaje de mí que queda tras tu paso, se le atrincheran las fuerzas, y no permiten que comience el nuevo día… prefieren retener los encantos de tu cuerpo entre mis brazos…

Supero mi eternidad estática de esta mañana de septiembre y con disimulo atisbo el radio reloj sobre la mesa de luz… domingo… 9.35 de la mañana…

A duras penas consigo sentarme en la cama… dejo que los minutos me vayan recorriendo lentamente hasta recuperar el movimiento…

Suavemente desde la cocina va llegando a mí, mezclado entre el sonido de campanas de tazas y platos, tu leve tarareo de la canción de aquella película de héroes amorosos que asumimos como propia, allá por aquellos días en que el ping-pong de preguntas y respuestas pretendía ponernos al tanto de quien era la persona amada…

Pesadamente me dirijo al baño… enciendo la luz tapándome la cara… no quiero que ese instante de reflejo intenso me pegue como una bala sacándome de este letargo agónico de la mañana…

Tu tarareo se hace más fuerte…
¿Tal vez me hayas escuchado?... sí… seguramente… siempre has tenido la percepción de mí en cada momento… sabiendo… sintiendo qué, comó y cuándo… con una mágica interpretación del mundo simultáneo…

Consigo fugazmente ver en el espejo la resaca de la noche transitando las arrugas de mi cara… mis ojos hinchados… el desorden de mi pelo… mis labios secos de regarse por tu carne… la mirada exhausta…

Una mezcla de placeres explotando en mi memoria dibuja la primera sonrisa que me brota… Nada se compara a una sonrisa conseguida de tu mano… Despegan naves interplanetarias al susurrar tu nombre… mientras voy dejando que de la canilla comience a caer el agua.

Parado al borde del lavabo dejo a mi cabeza inclinarse e imaginar recónditos caminos, plagados de hazañas, deslizándose por los trazados del desagüe… ¡Cuánta paz y cuánta calma!

El agua fresca choca con mis manos estrepitosamente… me sacude… recorre desde allí hasta el último rincón de mi cuerpo… parece que estuviera helada mirándola desde el calor de nuestros cuerpos… me despeja… me empapo desde el cuello…

Ya no es un susurro ronroneante lo que llega desde la cocina… ya la canción nuestra se desliza alegre aturdiendo los rincones de la casa…
Nunca me canso de regodearme en tu felicidad… por momentos soberbios me creo el hacedor de tu alegría… y me siento un orfebre de ángeles cuando me pienso fabricando el estallido de tu risa…

Cierro los ojos y la canilla… muevo mi cabeza a un lado y otro… me río… Siempre te burlas cuando hago esto desde aquella vez que te dije que estaba comenzando a hacer gimnasia…

Sé que estás cerca, que achicaste silenciosa la distancia, lo siento… te siento... Como un ave viniendo a mis manos abiertas... tu mirada volando a mí... tus suaves alas.....el olor inconfundible de tu cuerpo… no necesito darme vuelta para saber que estás ahí parada observándome… hasta presiento la bandeja humeante entre vahos de café y tostada…

Te nombro y juguetona no decís nada… hago un silencio extenso y te provoco… tu mirada me recorre… lo presiento… presiento tu sonrisa acariciándome la espalda…

Lentamente doy el giro, acelero las instancias de tu juego… tu mirada se me clava y me derrite las entrañas… atizando el fuego… preparando la revancha…

La bandeja adquiere un peso insostenible, tus manos dirimen diferencias entre dejarla caer estrepitosamente al suelo o ser cómplices de minutos que se escapan mientras elijas donde moleste menos esta instancia que no estaba preparada.

Finalmente ganan los reflejos…

Te acercás mansamente… con esa mansedumbre que presagia los destellos de tu fuego…

Mis manos necesitan nuevamente hacer su recorrido de amor sobre tu cuerpo… el momento celosamente repetido y cuidado donde pasamos de ser individuos a ser indivisibles… tu cabeza reposa en mi pecho… me invita a la magia de tus besos…

Y una vez más se apodera de la casa el pequeño margen de silencio que siempre nos alcanza para llegar hasta la cama…

FIN

Jeremias WOLF

4 comentarios:

  1. Este relato la primera vez que lo leí me impacto! Hay muchos escritos que uno lee y le gustan pero este para mi fue uno de los que además movilizan!!
    Gracias de corazón jere por compartirlo en este café.

    Ivana (ahora Lola Sabin) jaja.

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  2. Anónimo10:31

    Gracias. Aunque no debi leer este relato. Me convertí en un vulgar intruso. Mis disculpas al autor por haber estado alli esa mañana de septiembre...

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  3. Anónimo17:32

    MA RA VI LLO SO!!! el sueño de cualquier mujer ...

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  4. Anónimo20:30

    Jeremias, Pareciera que fuiste el espectador en el dormitorio que ocupamos con mi marido!!!! jajaja, No!!!! qué va!! ojalá hubiera vivido una noche de pasión como esa!!!! Felicito a tu esposa que puede disfrutar de tus encantos, ella debe conocerte solo al tacto y eso es muy bueno... seguí amándola, una esposa como esa no se encuentra todos los dias. Celebro que haya un matrimonio como el tuyo que sigue viviendo el encanto de la luna de miel todos los días. Sabrina Nemes

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