Simplemente.

Se sentó en la mesa del café Leandro Pérez, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Es simplemente pedirte,

Suplicarte que bailes

paralizada en mis brazos

y que sientas mi corazón

contraerse por ti,

es simplemente pedirte,

que te quedes aquí,

a mi lado,

que la tierra se detenga,

que la oscuridad

se desvanezca junto a ti.

Es simplemente suplicarte,

Que esta noche

Te quedes aquí.

Leandro Pérez.

Máquina del tiempo.

Se sentó en la mesa del café Cecilio Pastrami, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Una o dos noches atrás desperté en medio de la oscuridad. Fue un despertar tranquilo, virginal. Supe que estaba en lo profundo de la madrugada; Eso se sabe, hay un silencio único, perfecto a esa hora. 

Creo que por un micro-segundo (es difícil definir esas parcelas de tiempo) eso fue lo único que supe sobre las circunstancias que me rodeaban. La oscuridad era el universo, yo era apenas una conciencia o quizás menos, tan sólo una mirada dirigida hacia un objeto oscuro y pesado situado en frente de la cueva que me contenía.

Recordar aquella sensación primigenia es lo más cerca que estuve jamás de un milagro.


Suavemente fueron descendiendo hacia mí determinadas iluminaciones. Supe que era un ser humano, que habitaba un universo regido por condicionantes de espacio y tiempo, que debía tener características que me denominaban e incluso diferenciaban de millones de otros seres humanos viviendo, pensando, respirando en ese mismo universo. Que tendría un nombre, un tiempo recorrido y uno por recorrer. Está claro que no lo pensé así, ni siquiera fue un pensamiento lineal, fue una intuición que me cayó encima como un balde de agua fría o como un piano.

De una sola vez.


Pero aún faltaban detalles. Detalles que mi razón pedía a gritos. No sabía quién era o dónde estaba. Aunque de tanto mirarlo reconocí aquel objeto oscuro y pesado. Pude entender también que no era una cueva lo que me atrapaba. Yo era una persona acostada, tapada con las mantas hasta la cabeza mirando un armario, un placard de madera oscura. Lo más probable es que tuviera todo un cuerpo bajo esas mantas, pegado a una cabeza que contendría estos ojos que miraban desde dentro de aquella sutil cueva, esta mente que trataba de entender dónde estaba...


Así fue que una primera posibilidad vino a mí. Estaba en un país que se llamaba Argentina. En una provincia que se llamaba Salta. Miraba el placard empotrado en la pared lleno de revistas de música y mantas viejas. Inicios de los noventa. Era Invierno y mi madre pronto vendría a despertarme para ir al colegio. Pensé en el té de desayuno. En las tostadas. En que había tareas de geografía que no había hecho. En la ridícula corbata roja. En mi mamá...


Inmediatamente (o quizás al mismo tiempo) estaba en Córdoba, otra ciudad, mismo país, yo estudiaba allí, mantenido por mis padres. Tanto el alquiler como la comida, tanto la cama como el ropero que yo observaba expectante, estaban pagados por ellos. El año era diez años más (y esto invalidaba mi primera opción) No sabía con exactitud la fecha aunque sabía cuando era, aquella noche había muerto Rodrigo, un cantante de cumbias; Nosotros habíamos salido y habíamos regresado borrachos como casi siempre. A mi lado, a mi espalda dormía mi hermano. Mañana sería domingo, despertaríamos tarde y no tendríamos nada que comer...Estaríamos todo el día con resaca y deseando una sprite que no podríamos comprar....


Pero aún se me presentó una tercera opción que me pareció la más irrisoria y descabellada de todas. Yo vivía en Europa (en el continente, no en el satélite). En España. En una ciudad frente al Mediterráneo. Hacía tiempo que había perdido la esperanza en aquel otro país. Ya casi ni me importaba lo que pasara allí. El armario que miraba era nuestro armario. De María y mío. Ella dormiría a mi lado y pronto se despertaría para ir a trabajar, porque entraba muy temprano. Yo trabajaba de noche, de camarero y de barman también. Quizás pronto nos casaríamos. Me parecía todo demasiado ficticio. Aunque yo siempre había deseado conocer Europa...


Entonces tuve la plena conciencia de que debería volver a dormirme. Que estaba divagando, que aún seguía atrapado por la noche. Aquello no tendría importancia. Al despertar (fuera donde fuera que despertara)ni siquiera lo recordaría. No había una opción correcta, una posibilidad cierta. Tampoco era cuestión de elegir.

Lo más razonable sería seguir durmiendo, seguir soñando, seguir viviendo.



Cecilio Pastrami.

¿Qué quieres tu de mi?

Se sentó en la mesa del café Diero, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

He cruzado mares
para llegar a ti,
he visto las estrellas caer
esperándote,
seque ríos de lagrimas
llorándote... y tú?
Que quieres de mí.
Pase momentos difíciles
por ser escudo en tu defensa,
modifique caminos
hundí huellas en los desiertos,
y empañe cristales en los cielos,
y tú... que quieres tú de mi ?
Invente sueños para verte
pero solo espejos rotos
rajados por el olvido y el dolor,
en ellos pude visualizar,
Vi como el viento se llevo las hojas
que tu convertiste en bollos,
cuales eran cartas
que ayer te escribí,
pero nada me detiene
y aun me pregunto
Qué quieres tu de mí ?
Si el infinito nos separa,
y la noche no te deja ver,
como pretendes comprender
qué es lo que hago hoy aquí.
He cruzado los mares,
en busca de una esperanza,
pase por un viejo sendero,
por las miradas turbias de lo ajeno,
solo por llegar a ti.
Complací tus caprichos
tus inventos y juegos,
y nada es suficiente,
y nada me responde,
qué quieres tu de mí?....

Diero.

Palomas del Bicentenario.

Se sentó en la mesa del café Pepe Pipón, sintió el aroma, tomó un sorbo y dijo: 
 
 
Pocas son las frutas y muchas las raíces.

El alma de estas sociedades debe levantarse,

En arte y cantos, en brisa.

Revolcados en la arena,

Muertos, perseguidos,

Son aquellos desvalidos que su genio cambiara

Esta enferma sociedad.

America… hay America, mi America querida,

Pulmón del arte y de la sangre cultural,

Territorio natural encerrado y castigado

Por vergüenza de tu amor.

De mi lengua nace el grito de estos pueblos mal atados.

Libre, siempre libre debes ser.

Como el más puro cristal o

Un indomable animal.

Libre, siempre libre!!!

Pepe Pipón.

Margarita.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y dijo: 


Diez hermosas margaritas lucía su vestido. Diez hermosas margaritas y una mancha. 
Había lavado, planchado, juntado la ropa sucia de su marido desparramada por toda la casa, antes de haber hecho las compras, cocinado, lavado, puesto la mesa y comido, sola. 
Había repasado los muebles que por supuesto previamente había limpiado, justo después de ocuparse del jardín y raspar sus manos … había hecho tantas cosas, en tan poco tiempo, que no entendía por qué le dolían los zapatos. Por qué dolían sus zapatitos perfectamente lustrados. Siempre de punta en blanco.
Bueno, siempre menos hoy, hoy su vestido traía una mancha, y en el jardín ... asomaba un pozo, fresco.

Fresco y sin retorno.

Quizá lo mejor hubiese sido, que en vez de la pala, usara delantal. 


Lola Sabin.

Un pensamiento.

El camino diario de vivir, fuera de todo tiempo, debe permitirme apreciar mis reflejos en todo lo que acontece, apreciar el instante desde la conciencia, ir en ascensión plena de una percepción voluntaria y natural de todo, el reconocimiento de las bases humanas, saber que paladear los instintos y reconocerlos en los actos, junto al fuego de las pasiones, aquellas incontenibles  y otras silenciosas, el sentido de la posesión , la palabra que encadena, la que necesito y reconozco como mi adicción al ego, para luego visionar mi propia falacia y verdad en la contemplación de todo.

Las personas transitan todos estos momentos, y que más queda que acompañarlas, o ser parte si permiten las circunstancias. Muchas veces pase por un jardín y me toco apreciar las flores de lejos, otras ser el jardinero, que ya es bastante decir. Normalmente el reconocer nuestros apegos nos libera de estos, claro que tenemos una inercia emocional, aprehendida desde nuestros orígenes, por lo que aún reconocidos la práctica hace al maestro. No sabemos cuánto estamos influidos por nuestros padres, ni cuanto influimos en nuestros hijos hasta que nos buscamos en ello, y llevándolo más allá de satisfacer nuestros monstruos con culpabilidades o responsables, sino en el simple hecho de percibir la belleza, interactuamos entre nosotros en base a ritos y costumbres reflexivas y falaces, con una total impunidad ególatra e inocente, carente de consciencia.
Así me tocó ver como personas allegadas a mí, creaban durante años la herramienta con la que después se castigarían, en una total ignorancia de sí mismos. Otras veces contemplo y escucho el largo argumento de justificar una flagelación del espíritu por el temor a la soledad o al no saber qué hacer.

Toda persona que se acerca a mi termino amándola, todo comienza desde el instante que la veo, dentro de estas personas hay un cúmulo de ellas que son muy íntimas, y con las cuales llegamos a un nivel de interacción sublime, lejos de intentar poseernos o descargar nuestras frustraciones en complicadas exposiciones de ridículo para elevar nuestro ego, el arte de reconocernos es una parte muy difícil en nosotros que a veces nunca llega, dentro de estas personas cercanas a mí, trato de expresarme en forma cierta, en un equilibrio emocional sincero, claro que nunca voy a poder estar completamente en el cuerpo del otro, pero intento abrir mi interior lo más que puedo y de una forma suave y cómoda  aunque a veces  me resulte difícil ver los límites porque hay una condición en la que solamente mostramos lo que queremos que vean.

Quiero que esta exposición extremista sea tomada con una total consciencia de desapego, que lejos está de mi llevar las comparaciones tal cual las voy a exponer al extremo espiritual, y al decirlo libero de mí cualquier dependencia egoísta, aunque entiendo y acepto que su sola expresión causará una entropía, que al fin de cuentas es ineludible, como aquellas que mis amigos viene a descargar en mí en sus inocentes ridiculizaciones de mi persona para sentirse mejor.

Ella decidió, y digo decidió apelando al anterior preámbulo donde esta decisión está atada a un cúmulo de aprehensiones y ritos intrincados, comenzar a cortase un brazo, no encontraba quién la acompañara a hacerlo, lo único que sabía es que alguien que ella quería mucho ya lo había hecho, entonces necesitaba, sentía que debía hacerlo, nadie quería participar en esto, era grande su dolor ya que se sentía abandonada e incomprendida, por dentro le corría el antagonismo de unos que le decían que no era correcto, y por otro lado su instinto irrefrenable que lo acompañaba la sensación de soledad, hasta que como todo en la vida, siempre hay alguien para la tarea indicada, encontró quien la acompañara en tan terrible tarea, y quedó manca, había logrado su cometido, lo raro era que la persona que ella quería la rechazaba a pesar que ahora estaba en su misma condición, pero no importa, el logro de su cometido nadie podía quitárselo y debía saborearlo mientras dure. Fue así que este acto derivó en consolar otras frustraciones, de quienes fueron participes indirectos del mismo, por lo tanto quien puede condenar la acción si sirve para consolar a otros. Entonces aproveché la situación para saciar mi ego, y volcar tantos años de fracasos, y con una total inconsciente falta de piedad lo busque a su padre y le dije: “¿Así que sos el papá de una manca?

Queridos amados, íntimos míos, me muestro así, como me conocen, me dijeron que pienso demasiado las cosas, que debo pensar menos, muchos sienten que soy poco instintivo y de esta forma me privo de gozar la vida, y les digo que disfruto muchísimo de cada instante, lo que si no me voy a reprimir de expresar lo que siento, y menos con quien me considere y acepte como su amigo, muchos se alejaron, otros llegan, algunos permanecen, a todos gracias por ser y permitirme percibirlos.

Deseo que esto sea una expresión de pensamiento en voz alta, compartida con alguien a quien quiero mucho, nada más que eso, la devolución puede ser un simple abrazo en silencio, simplemente.

Gracias
.

Juancqui.

Llorar.

Se sentó en la mesa del café Diero, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Llorar y desahogar el dolor...
dolor que padece un corazón,
que sangra por la herida que la vida le dejo,
llorar por esa persona que se fue,
por el niño que no ha de nacer,
por los que ya no podrán volver...
Llorar por la soledad, por la fría tempestad,
por la incertidumbre de no saber qué es lo que vendrá...
Llorar por lo que se perdió,
lo que no supimos aprovechar, por aquello
que se torna inalcanzable,
por caminar en la tormentas de la mediocridad...
Llorar para aliviar el alma,
llorar para lagrimas desechar,
lagrimas saladas, dolorosas,
llorar y en aquel recuerdo ya no habitar.
Llorar y dejar que la luz aclare los rincones,
donde es incierta la oscuridad...
llorar por el error, el temor,
por el olvido y la desolación...
Llorar por el momento,
en que llorar se volvió necesidad...

Diero.

Espejismos entre la máquina de ocasos.

Se sentó en la mesa del café Sai'ke, sintió el aroma, tomó un sorbo, miró el cuadro y luego dijo:


 

Baúl de recuerdos,
cofre de irracionalidad.
Pez que mordió carnada,
ave dispuesta a volar.

Y la llave que se extravió
en un abismo mas grande que el mar.
Podés sonreír, pero sin mirarme a los ojos.
Yo quizás piense siempre
en ese cielo al que no pude llegar.

Espiaste entre las agujas
segundos acercándose al final.
Por qué desesperarse?
si siempre hay una nueva tormenta
que nos viene a buscar.

Solo queda elegir un camino
y correr hasta el inevitable fin.
Correrías el riesgo de encontrar en mí
el vuelo que no esperabas,
equivocarse cuantas veces sea posible hasta morir...

Te alejaste aún mas,
yo observé tu vuelo rápido como semifusa.
Una partitura vacía que no pude interpretar.
Sentirse mejor, sin pretender olvidar.

Sonreí, pero no evites volver.
Me resigné a lo que no pude alcanzar.
Levantaste tu vista,
te atreviste a hablarme.
Así no podré olvidar tu nombre jamás.

No te atrevas a asumir que no lo siento,
si los miles de trazos en la pared fueron ignorados
mientras observaba el cielo para escribir el siguiente.
La máquina de crear ocasos
cerró y su espuma entre nubes dejó.

Si aún la lluvia nos parece amable
podrás vivir en mí.
Buscá tu felicidad,
dale tiempo al tiempo
mientras respiro este viento
donde unas hojas buscan su hogar.

Entonces el ave se cansó de pensar
de elegir siempre mal.
Pero ya no creo sea tan dificil
encontrar el equilibrio
creando un arpegio con el sonido del mar.

Sai'ke.