Himno a tus ojos (No poético).

Se sentó en la mesa del café Horacio Oliveira, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:


Las enumeraciones (Un sinnúmero) 
no prosperan en mi mente para 
poder emitir versos acordes.


No podría imaginar un escueto cuento. 
Sería caer en banalidad. Ni los estribillos, 
ni los estruendos me sugieren una buena idea.


Un elixir, podría servir de aval 
para perpetrar una sentencia, 
acaso poética, vislumbrando un futuro deseado.


Me acobarda la sinceridad, 
me impregna de incertidumbre bosquejar 
o disertar acerca de ellos.


Una aproximación:
“Como el sol que brilla en la mañana,
Tus ojos acaparan mi atención.
El cielo de estrellas se empaña,
Pero tus ojos me hacen perder la razón.


La noche hace de ti un bello ser,
Tus manos marcan el camino,
Temo de vista tus ojos perder,
Y no saber, acaso mi destino” *


Es más factible saber el destino de uno mismo 
a intentar darle un gramo de atención a este ensayo.


Intento más descifrar una luz borrosa, 
al hecho de concluir esta falta de idoneidad.


Hilvanar rimas, adjetivos calificativos, 
medidas poéticas 
(De las más simple hasta la alejandrina) 
representan el sacrilegio al que me he sometido.


El café está vacío, los bocanadas 
ya cumplieron su cometido en mi ser.


Mi voluntad se está debelando al sueño.
El frío acaricia suavemente mi rostro.


En la noche las razones, acaso dos, iluminaron el entorno.

* Al término, pude embellecerte con simplicidad, sabiendo que volvería a ver tus ojos.
La tormenta solo se anotició por su normalidad. Sus aguas dejaron demasiado margen de análisis y no provocaron temor.




Horacio Oliveira.

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