Hay una sombra en mi habitación.

Se sentó en la mesa del café Lola Sabin, sintió el aroma, tomó un sorbo y luego dijo:

Hay una sombra en mi habitación. Sigilosa, presumida. Forma sin forma avanza penetrando en la inmensidad de la oscuridad de mi cuarto.
No quiero hacer ruido pero mi corazón golpea estrepitosamente contra el pecho, mientras en la desesperación intento respirar en un segundo todo el aire que cabe en el lugar. Más esta electricidad que recorre mi cuerpo haciéndose cómplice de mi parálisis. Tengo mucho miedo. No sé qué hacer.

Mis oídos, que han sido toda su vida unos perfectos perezosos, se mimetizan con el cuadro que muestra el lente de los ojos que ven. Se vuelven agudos, filosos y registran cada evento. Haciéndose vigías del lugar.

La siento cerca. Mi espacio ya no es solo mío, está invadido. Me ha sido arrebatado por alguien que su cara no me atrevo a ver en las penumbras de la noche.

Mis fieles centinelas advierten una voz que dice:
- No tengas miedo, no vine a lastimarte.

Una leve ráfaga de tranquilidad me visito, pero no quiso quedarse, se ve que tenía cosas más importantes que hacer. Ayudando a espantarla, la voz nuevamente cobrando aún más fuerza retomó:
- Hace tiempo que te sigo, mas tu no me quieres ver. Me injurias, me desprecias, me has colmado de odio y calumnias. Si quiera ahora que estoy frente a ti, una vez más, te dignas a mirar.

Estaba caminando al borde de un acantilado, no sabía si tirarme al vacío y gritar con todas mis fuerzas, a nadie, porque la casona estaba a mi entera disposición o entregarme al destino, sin ofrecer resistencia.
Pero ninguna pude mantener, como buena bocona que soy, en un grito mal humorado y de terror susurré:
- ¿Quién sos?. ¿Qué pretendes de mí?. ¿Qué es lo que te he hecho para que me hagas esto?. Por favor ... y las lágrimas brotaron de mis parpados como ríos buscando fluir.

La sombra pareció llenarse de furia, dio un paso hacia atrás y encolerizada comenzó a repetir una y otra vez mis preguntas. Su tono claramente resurgía, saltando entre irónico y burlón, pero lleno de enfado ...

- ¿¡Que quién soy?! aa bue, pero que ¡¿quién soy?!. ¡Increíble!. Lo único que me faltaba, yo no pretendo ¡nada! (bajando la voz .. sumergida en angustia prosiguió) de vos ...
Ya no se que hacer. Te sigo, intento que me veas ... que no me olvides, que recuerdes quien soy.
Para que así dejes de reprocharme, de señalarme con asco, de machacarme todo aquello de lo que no soy responsable ... Pero nada sirve. Siempre se trata de vos, siempre se trata de esquivar lo que te hace sufrir, de ser feliz.
Siempre se trata de vos, y nunca de mí. Me convertiste en la culpable de todas tus faltas, en la causante de todos tus problemas, me alejaste, me vestiste con ropas que no eran mías .. ¿Para qué? .. ¿Para perderme? ¿Para que al verme no me reconozcas y la culpa no te azote? ... Al perderme te perdiste.
Al perderte me perdí. Pero eso ya no importa, acá los importantes no somos ni vos, ni yo ... hay alguien que ni siquiera nació, que es inocente que solo quiere vivir.
Yo ya he vivido lo que tenia que vivir, vos ... a tu forma también, pero por ese alguien te pido que me mires, que me veas, me reconozcas y me abraces ...
Porque ese alguien de mañana, va a penar o a desplegar la gracia, o las dos, dependiendo de lo que seamos, vos y yo.

Llorando en las tinieblas, encendí la luz y la sombra dejo de ser una sombra.
No fue fácil volver a verla, menos aceptarla. Pero esta noche oscura, sin penumbras, ya no me persigue.

Lola Sabin.

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